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Perlas del 2013

2013 dejó una colección de sucesos que darían para comentario en cualquier...

8 de enero de 2014 Por: Emilio Sardi

2013 dejó una colección de sucesos que darían para comentario en cualquier país civilizado, pero que aquí se toman como naturales. A continuación algunas de estas perlas.“Loco de atar”. Así calificó el expresidente Gaviria al expresidente Pastrana por haber contado que Gaviria conocía antes de las elecciones de 1994 la existencia de las grabaciones sobre la financiación de la campaña de Samper por los Rodríguez Orejuela. El exembajador de EE.UU. Myles Frechette y el exdirector de la DEA en Colombia, Joe Toft, corroboraron la afirmación de Pastrana, mostrando que no es Pastrana el “loco de atar” y confirmando la gran benevolencia de Gaviria con Samper y sus benefactores. Por algo, el hijo de Gaviria acaba de designar para encabezar la “renovación” de su partido al anciano que fuera el socio más cercano de Samper en esos eventos.Beneplácito. Las declaraciones sobre Petro de Kevin Whitaker, el nuevo embajador de EE.UU. en Colombia, mostraron una apreciación tan parcial y parcializada de la realidad colombiana, y un desprecio tan grande por nuestra institucionalidad, que eran suficientes para negarle el beneplácito, si tuviéramos Cancillería.El virrey. La oficina nacional del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos se estableció por una invitación del gobierno de Samper, con la que este buscó borrar su mala imagen internacional. En general, los burócratas que han usufructuado esa jugosa corbata han sido intrascendentes. Pero el actual, Todd Howland, nos devolvió a los tiempos de la Colonia, rompiendo todos los principios de la no intervención. Con un rasero mide a la guerrilla y con otro a nuestras instituciones legítimas. El año lo cerró con broche de oro, criticando burdamente a las instituciones colombianas de control. Al virrey no le interesan los recursos públicos ni las leyes y los derechos de los colombianos, sino sus propios prejuicios personales y sus privilegios diplomáticos. Pasa por encima de la objetividad y, sobre todo, de la discreción a las que está obligado, y hace cada vez más clara la necesidad de cerrar esa oficina y acabar con ese virreinato.Mojigatos. Buscando apoyar la ley que sanciona el alcohol al conducir, publicó El País un listado de los efectos de este sobre la capacidad de conducir automotores. Según el listado, una concentración de entre 0 y 0,2% de alcohol produce “ligera elevación del estado de ánimo”. Esta última concentración corresponde al nivel cero, que se sanciona con multa de $1,8 millones y suspensión de la licencia por un año. Entre 0,4 y 0,6% de concentración, el alcohol produce “sensación de relajación y calor, leve disminución de tiempo de reacción y descenso en la motricidad fina”, lo cual puede interferir con la capacidad de bordar y hasta, de golpe, con la de manejar aviones supersónicos, pero no con la de conducir automóviles. En este caso (grado 1), la multa es de $3,5 millones y se suspende la licencia por tres años. Nadie quiere que en Colombia haya conductores borrachos. Pero llamar “ebrios” a quienes toman una cerveza y sancionar a los colombianos con multa de $1,8 millones y suspensión del pase por una “ligera elevación del estado de ánimo” es terrorismo, y es un abuso fruto de la intolerancia de los fanáticos mojigatos de un partido religioso que se imponen en el Congreso con la ayuda de unos advenedizos cuyas trayectorias distan de ser ejemplares.