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Transcurrido un tiempo desde el cambio de gobierno, es oportuno hacer una...

2 de marzo de 2016 Por: Emilio Sardi

Transcurrido un tiempo desde el cambio de gobierno, es oportuno hacer una evaluación de la gestión adelantada por Rodrigo Guerrero en su alcaldía.Como en toda gestión humana, no todo en ella fueron aciertos. Quizás su mayor falla fue no haber destapado la olla podrida de la administración de su antecesor, el de los convenios multimillonarios que burlaban las normas de la contratación, el de las concesiones de obras dispersas, sin planificación y sin priorización, el de las multimillonarias contrataciones directas de todo tipo, incluidas las masivas de servicios personales, el de la “remodelación” del Pascual Guerrero que nadie supo cuánto costó, salvo que pasó de lejos los $100 mil millones. Es función de los gobernantes educar a los ciudadanos, y debiera enseñárseles el costo para ellos de elegir personajes de esa laya.En lo que respecta a la movilidad, hubo cosas buenas y cosas malas. Para desbaratar el tinglado para despojar al Tránsito de sus recursos montado desde hacía varios lustros y refrendado por Ospina al final de su mandato, se valió de dos funcionarios de probidad incuestionable, José Nicolás Urdinola y Alberto Hadad, quienes en buena medida lograron reparar el daño. Y tuvo en Hadad, cuya labor en ordenar y agilizar el flujo vehicular fue excepcional, el mejor secretario de Tránsito que ha tenido Cali en muchos años. Por el lado malo, permitió que la labor de Hadad fuera afectada por funcionarios de otras áreas, pertenecientes a la franja lunática de los enemigos de los vehículos automotores, que aparentemente no entienden que estos ya suman más de un millón entre carros y motos y que sus usuarios merecen respeto. La otra gran equivocación en cuanto a movilidad fue continuar apoyando el MIO dentro de su concepción actual. El MIO sufre de un modelo mal concebido y mal implementado que nunca funcionará adecuadamente. Es una pena que no hubiera reconocido que ese sistema debe ser modificado radicalmente y lo más pronto posible, si se quiere que no continúe incentivando el uso de la moto y del transporte informal.En cuanto a todo lo demás, que es el grueso de las acciones, no hay sino resultados positivos. En primer lugar figura el rescate de la solvencia financiera de Cali. Al deshacer el montaje hecho por el alcalde Salcedo y mantenido por Ospina, no solamente recuperó la autonomía del Municipio en el manejo de sus recursos sino que logró dotarlo de fondos que le permitirán acometer proyectos anteriormente inimaginables. Y el progreso en todos los indicadores sociales fue evidente. Se redujeron sensiblemente los índices de pobreza y de desempleo y se multiplicaron por ocho los centros de desarrollo infantil. Y como Guerrero sí tenía credibilidad y buenas relaciones con el gobierno nacional y con la policía, hasta el índice de asesinatos bajó en un tercio durante su gestión.Pero lo más importante fue que le devolvió a Cali la fe en sí misma. Después de recibirla saqueada y descuadernada, hizo que los caleños nos sintiéramos nuevamente orgullosos de nuestra ciudad y que pudiéramos acariciar la esperanza de un futuro mejor para ella. Y nos mostró que sí podemos aspirar a tener gobernantes honrados y dignos. Por todo esto, la alcaldía de Guerrero fue enormemente positiva y benéfica para Cali. Y por todo esto, los caleños podemos resumir el balance de su gestión en cuatro palabras: gracias, Rodrigo, muchas gracias.