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Mayorías tiránicas

No se le ha prestado la debida atención a la consulta popular...

2 de septiembre de 2015 Por: Emilio Sardi

No se le ha prestado la debida atención a la consulta popular sobre la realización de eventos taurinos que se está programando en Bogotá. Independientemente de la justificación o no de vetar dichos espectáculos, que tiene argumentos de lado y lado, la realización de esta consulta sentará un grave precedente que vulnera la esencia de los mecanismos de democracia directa, como son dichas consultas.Una democracia debe actuar con equilibrio en la aplicación de sus principios de justicia e igualdad. No puede basarse solo en la opinión excluyente de las mayorías, y debe buscar la inclusión de las minorías en sus procesos decisorios. Por eso, la Corte Constitucional ha manifestado: “El proceso democrático, si auténtica y verdaderamente lo es, requiere de la instauración y del mantenimiento de unas reglas que encaucen las manifestaciones de la voluntad popular, impidan que una mayoría se atribuya la vocería excluyente del pueblo e incorporen a las minorías en el proceso político, pues son parte del pueblo y también están asistidas por el derecho a servirse de esas reglas comunes”. Limitar o suprimir los derechos, tradiciones o libertades culturales de un grupo humano, así sea minoritario, para que una mayoría que se autoconsidera más urbana, contemporánea, o ‘avanzada’ decida sobre ellos, es un ejemplo clásico de lo que Alexis de Tocqueville llamó la tiranía de las mayorías.Tampoco tiene sentido una consulta popular sobre la práctica cultural de una minoría cuando esa actividad no afecta las libertades o los derechos fundamentales de quienes no la comparten. Porque la noción de obligar a todos a evitar el presunto sufrimiento de otras especies simplemente refleja un claro tono autoritario y de imposición cultural. Si ese es su criterio general, los mismos promotores estarán planteando consultas para prohibir el boxeo y todo deporte en el que un ser humano pueda sufrir daño, o la esterilización masiva de gatos y perros, o la venta de carne animal, o el asesinato generalizado de ratones, arañas y cucarachas, y hasta la nueva persecución contra el pez león en el Caribe. Y si es por lo que no les gusta a las mayorías, ¿habría una consulta popular para eliminar el IVA y el predial? ¿O para decretar que todos los lunes del año sean festivos? ¿O para sancionar a quienes no profesan la religión de la mayoría? Al pretender evadir la aplicación de disposiciones de la legislación nacional con esa consulta, se busca crear el precedente de permitir que una autoridad local convoque a “la democracia directa” para decidir sobre asuntos que no son de su competencia. Esto es particularmente preocupante cuando la ley se encamina a proteger derechos de minorías. Se trata del abuso de un método de democracia directa para dar visos de legitimidad a decisiones de un equipo de gobierno que busca imponer su visión particular, aún en contravía de argumentos de los afectados y hasta de analistas jurídicos, saltándose el debate, la discusión democrática y el consenso social. Ese precedente es muy grave, pues en este mundo tan diverso y lleno de estereotipos y clasificaciones, siempre acompañadas de discriminaciones, todos somos parte en algún momento de minorías, y como tales, estamos expuestos a la dictadura de las mayorías. No se puede olvidar el apoyo inicial de inmensas mayorías al régimen nazi, o al que hoy padecen nuestros hermanos venezolanos.