El pais
SUSCRÍBETE

Inicio

Artículo

La Secretaría de Inmovilidad

Las recientes actuaciones de la Secretaría de Inmovilidad demuestran categóricamente la validez del corolario de la segunda ley de Murphy: toda situación, por mala que sea, es susceptible de empeorar

7 de mayo de 2019 Por: Emilio Sardi

Las recientes actuaciones de la Secretaría de Inmovilidad demuestran categóricamente la validez del corolario de la segunda ley de Murphy: toda situación, por mala que sea, es susceptible de empeorar. Si bien el creciente deterioro de la movilidad ha sido evidente en los últimos años, lo que ha sucedido en las últimas semanas ya es grotesco. Si poco hacían bien, hoy todo lo hacen mal. Citaré solo dos ejemplos.

El primero, que ha recibido gran atención por el trauma que ha ocasionado, es la interrupción del flujo vehicular en la calle 5ª con un semáforo para paso peatonal, ubicado en el sitio donde ya existe un puente para dicho paso. Un semáforo tan innecesario -porque los peatones prefieren usar el puente- que hasta una señora que dirige uno de esos ‘observatorios’, ‘colectivos’ o ‘comités’ que los enemigos de los automotores montan para darles visos de autoridad a sus barbaridades, ha pedido que se destruya el puente para obligar a los peatones a usar el paso semaforizado.

Al poner en uso el semáforo, la cola de vehículos esperando sortear este obstáculo ha llegado a la iglesia de San Fernando y no demorará en llegar al Hospital Universitario. Sin embargo, recientemente el Secretario de Inmovilidad se ufanaba de que el paso peatonal “ha reducido colas en horas pico”. Pareciera que el ilustre y despistado burócrata no se ha percatado de que, si esto fuera cierto, se debería a la reducción del flujo vehicular. La gente no es boba y, después de verse atrancada varias veces por media hora o más por este semáforo, sencillamente cambiará de ruta. Con esto, la Secretaría a su buen cargo habría logrado la carambola de desaprovechar la capacidad de flujo de la calle 5ª y arrojar nuevo tráfico a otras rutas más largas y ya congestionadas.

Otro ejemplo es la invasión de intersecciones y vías por tacos, estacas y policías acostados de caucho que afectan la movilidad y generan accidentes. Si bien el Municipio no tiene con qué tapar los cráteres de las vías, la Secretaría de Inmovilidad si cuenta con amplios recursos, fruto sin duda de su actividad fundamental que es imponer y cobrar multas, para instalar estos implementos por toda la ciudad.

De Norte a Sur, de Oriente a Occidente, Cali está invadida por estos elementos, contratados quién sabe con quién y cómo. Los usan para estrechar vías, bloqueando carriles en algunos tramos. O generan con ellos verdaderos laberintos en las intersecciones. O atraviesan ilegales policías acostados en cualquier sitio. En fin, los usan para interferir con el flujo vehicular, para generar congestión y para afectar la movilidad deteriorando las especificaciones de las vías.

El alcalde Armitage está concluyendo una alcaldía en la que fueron evidentes su entrega, su compromiso y sus logros en algunos campos. No puede permitir que su gestión se vea empañada por la torpeza -que afecta a toda la ciudadanía- de unos funcionarios cuya incompetencia es superada solo por su dogmatismo. Debe entenderse que el transporte automotor privado es esencial en una ciudad carente de un buen sistema de transporte masivo, como lo es ésta. Por las calles de Cali ruedan diariamente medio millón de automóviles y medio millón de motos, cuyos propietarios merecen respeto. Es necesario que la Secretaría de Inmovilidad deje de atacarlos y que se dedique seriamente a buscar que los tiempos de circulación de los caleños se reduzcan.