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Cali, Valle

Pareciera que, concluidas las elecciones presidenciales y tras la exitosa Operación Camaleón,...

30 de junio de 2010 Por: Emilio Sardi

Pareciera que, concluidas las elecciones presidenciales y tras la exitosa Operación Camaleón, los caleños quisieran descansar de noticias grandes. La apatía hacia las noticias externas es generalizada y ni siquiera el Campeonato Mundial de Fútbol ha logrado despertar mayor interés. Es difícil sentir entusiasmo por países distintos al propio, y los partidos sosos, unidos a malos arbitrajes, poco han hecho para despertarlo. La atención se vuelve entonces hacia lo cotidiano, lo local. Cali. Tres son los servicios públicos generalmente reconocidos como de índole municipal: agua, luz y teléfono. Pero hay un cuarto servicio que prestan los municipios, que es también esencial y que es absolutamente local: el transporte urbano. Casi todos los habitantes de la ciudad, independientemente de su edad y estado económico, se ven obligados a movilizarse diariamente, bien sea usando el transporte privado o el público. Y todos ellos deben sufrir las inconveniencias que un tránsito mal ordenado genera.Como es bien sabido, la principal causa de los problemas de tránsito de Cali es la total complacencia -podría decirse complicidad- de las autoridades con las permanentes y generalizadas violaciones de todas las normas de tránsito y de convivencia de los vehículos de transporte público. Contaminan con gases y ruido, bloquean intersecciones y vías, agreden a los peatones y a los otros vehículos, y afectan permanentemente el flujo vehicular. Todo bajo la mirada tolerante de las autoridades.Como si esta permisividad fuera poco, la Secretaría de Tránsito no ha entendido que su función es garantizar el flujo eficiente y seguro de los vehículos, de forma que lleguen con la mayor prontitud a sus destinos y liberen espacio en las calles. Contrario a esto, esa dependencia frecuentemente cierra intersecciones y cambia los sentidos de las vías, alargando los trayectos que los vehículos se ven obligados a recorrer. Y, sobre todo, compra y compra semáforos y construye y construye policías acostados. Si los policías acostados que construyó en el barrio Santa Rita eran malos, los catorce (14) que acaba de construir en un tramo de menos de cien metros en la Circunvalar ya son una demostración de oligofrenia desbocada.Aterra pensar que quienes cometen semejantes torpezas sean quienes van a reorganizar el tránsito de Cali ahora que sus vías van a ser bloqueadas en puntos críticos con algunas de las mal llamada ‘21 megaobras’. Bien vale la pena que el señor Alcalde le preste a este problema la debida atención, antes de que a los serios problemas legales que tienen esos embelecos se les sume un infarto total del tránsito de la ciudad.Valle. ¿Quién lleva cámaras cuando va a rezar? Pocas escenas han sido más ofensivas para los vallecaucanos que las recientes poses del des-destituido Gobernador del Valle, simulando que le agradece al Milagroso de Buga el que, como lo señaló una excelente caricatura, se haya hecho el de la vista gorda ante sus actuaciones.Se rumora que el gobierno departamental está adelantando gestiones para contratar a los árbitros de los partidos Alemania-Inglaterra y Argentina-México, para que les den instrucción y apoyo a los magistrados del Consejo de la Judicatura. De todos modos, luce muy probable que esta honorable corporación contrate la asesoría de la Fifa para contribuir a la tan anunciada reforma a la justicia colombiana.