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Buga - Buenaventura

La carretera Buga-Buenaventura es una vía de importancia nacional, de altísima prioridad para el Gobierno Nacional, pero el impacto de su doble calzada en la vida de la mayoría de los vallecaucanos es muy menor.

14 de agosto de 2018 Por: Emilio Sardi

Desde hace muchos años, la doble calzada Buga-Buenaventura ocupa el primer lugar en todos los listados de solicitudes que implorante eleva la dirigencia vallecaucana a los altos poderes en Bogotá. Escapa a mis entendederas por qué se supone que es de tan alta importancia para el Valle del Cauca una vía nacional que se usa para transportar la mayoría de las importaciones que llegan a destinos fuera de esta región y buena parte de las exportaciones nacionales generadas en otras regiones. Carga que ni viene para esta región ni se genera en ella.

Para pesar la importancia que esta vía pudiera tener para la región, vale la pena relatar las recientes experiencias de un vallecaucano que se embarcó en la quijotesca empresa de exportar uvas a los mercados mundiales. En medio de todo, se espera que la fruticultura sea motor del futuro desarrollo de la producción agrícola vallecaucana, y es de suponer que la agilidad en el transporte sea de gran importancia para el buen suceso de esta actividad.

La historia es corta. En febrero despachó su primer contenedor a las 9 de la mañana de un sábado, y este llegó a Buenaventura a las dos de la tarde. A pesar del decidido apoyo de Procolombia y de la buena disposición de los innumerables funcionarios públicos que intervinieron en el proceso, el contenedor fue embarcado apenas a las 6 p.m. del miércoles. Cinco horas de carretera y cien de trámites. Si la doble calzada hubiera estado en operación, quizás se hubiera ahorrado una hora de las ciento cinco que tomó el proceso. Si la tramitología fuera racional y Buenaventura operara bien, podría haberse ahorrado dos o tres días.

El segundo despacho contó con peor (o mejor) suerte. La fruta viaja refrigerada y debe ser inspeccionada en ambientes refrigerados, para no romper la cadena de frío. Sólo uno de los puertos que hay en Buenaventura tiene una bodega refrigerada donde se puedan practicar las inspecciones requeridas para exportar la fruta, y las navieras que la transportan dejaron de usarlo, lo que hizo necesario exportar por Cartagena. El contenedor salió un sábado a las 4 de la tarde y a mediodía del lunes ya había sido inspeccionado y se estaba embarcando. Cuarenta y cuatro horas de despacho a embarque, ¡y sin usar la carretera Buga-Buenaventura!

La conclusión es obvia. La carretera Buga-Buenaventura es una vía de importancia nacional, de altísima prioridad para el Gobierno Nacional, pero el impacto de su doble calzada en la vida de la mayoría de los vallecaucanos es, cuando más, muy menor. Y si como apareciera recientemente en El País, faltan todavía $900 mil millones para concluirla, es bobo pedirle al Gobierno Nacional que contabilice esa enorme suma entre las limosnas que le da al Valle. ¡Que se las cargue a sus reales beneficiarios y que a esta región le asigne fondos para atender sus necesidades ciertas!

Los vallecaucanos deben revisar su listado de necesidades la próxima vez que vayan con la totuma a Bogotá. Es más útil para nosotros la doble calzada de la vía Panorama, que serviría toda la margen occidental del río Cauca. O disponer de una muy buena red de vías terciarias. O, en esta única región de ciudades, mejorar las entradas a estas (incluyendo la de Buenaventura). O contar con mayor apoyo estatal para la educación y el deporte de nuestros jóvenes. En fin, mil cosas nos son más útiles que la manida doble calzada Buga-Buenaventura.