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Peleas familiares

Con frecuencia el tema de los conflictos familiares es conversación de cuanta reunión social se realiza.

8 de noviembre de 2019 Por: Eduardo José Victoria Ruiz

Con frecuencia el tema de los conflictos familiares es conversación de cuanta reunión social se realiza. Tierras, herencias, administraciones, inversiones, son en altísimo porcentaje causas de las peleas. Hay gente que perdona que le quiten a su cónyuge, pero jamás la parte de la finca que le correspondería. Adicionalmente la estructura económica de la región, donde la tierra y su explotación agrícola siguen siendo muy importantes, facilita los conflictos pues el patriarca que construyó el patrimonio no tenía quién le cuestionara las decisiones, diferente al agrónomo o al mayordomo, frecuentemente el más sabio de los tres.

Los hijos egresados de pomposas universidades y casados con conocedores de todo pero sin experiencia en nada, terminan fomentando la hoguera de las disparidades familiares. Al final los abogados, peritos y compradores de oportunidades terminan siendo los beneficiarios de la disolución familiar. ¿Causas?

Valores. La importancia de consolidar familia, de unir hermanos y abrazar sobrinos, de prolongar las virtudes de abuelos y abuelas quedan sustituidas por el afán de enriquecerse. Así a algunos no les importa llevar la iniciativa de apoderarse del patrimonio de los demás, o frente a las dudas, otros no saben manejar las inquietudes o la desconfianza. El amor de la familia debería ser el regente para definir cualquier paso.

Ausencia de reglas claras de juego: estatutos claros, protocolos de familia, códigos de buen gobierno, presencia de terceros en la administración y en las juntas directivas familiares, procesos claros para resolver diferencias, deberían ser términos comunes y no exóticos en el manejo de las empresas familiares. Dejar al albur decisiones tan importantes, es facilitar que los más vivos abusen.

Cobardía: Es frecuente que hoy cuando la gente se casa varias veces, los patriarcas temen distribuir con justicia lo que corresponde a cada quien. Es justo organizar el panorama económico frente al desenlace fatal. No hay derecho a dejar los hijos y las señoras en medio de una gallera donde lo único que se prevé son odios eternos. Un análisis con sabiduría y explicación hecho por el patriarca a tiempo podría evitar ese desenlace.

No hay patrimonio más grande que una familia, ni fortaleza más protectora que la muralla de esa familia unida para avanzar y defenderse. ¡Esa sí que es herencia!

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