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Pagos en plazos justos

Debemos repensar el concepto de ‘empresario admirable’. Este no solo debe ser un multiplicador de sus empresas y de su patrimonio, sino un promotor que trabaja para la construcción de una mejor sociedad

4 de octubre de 2019 Por: Vicky Perea García

Ha generado controversia gremial y gubernamental la posibilidad de reglamentar los pagos de las empresas a sus proveedores ante los abusos de las deudoras. La razón: se volvió práctica usual aplazar y complicar el pago de las facturas , ahorcando al suministrador de productos o servicios quien deberá financiarse con otros mecanismos, bancarios o extra bancarios, hasta la usura y el cuentagota, en una cadena de injusticia social y económica que no puede ser eterna.

Digo cadena, porque esta es práctica perversa de muchas grandes empresas que abusando de su poder en el mercado, arrinconan al mediano productor. Este a su vez, lo hace con quien le vende los insumos, y así los paganinis terminan siendo las Pymes y las pequeñas, las cuales constituyen mas del 80% de nuestras empresas.

Por eso, para ser emprendedor exitoso hoy se requieren perseverancia, visión, creatividad, escoger nichos diferenciados, insumos económicos, eficiente mano de obra y sorpréndanse: tener gran capital, pues son muy altas las posibilidades de quedarse ilíquido con las primeras ventas, ya que sus compradores institucionales, sin ninguna vergüenza, se demorarán 180 días y más para pagarle. Por eso la iliquidez es la mayor causa de mortalidad de nuestras pequeñas empresas.

Me entristece ver como financiarse con los proveedores se volvió una herramienta gerencial que se esgrime como una habilidad del ejecutivo y no como un denigrante mecanismo de abusar de la posición dominante. Es como si un gerente de una empresa agrícola su ufanara de ampliar sus predios por correr el alambrado de sus vecinos minifundistas o quitarles el agua. El capital de trabajo, en términos empresariales, es también elemento de subsistencia.

Debemos repensar el concepto de ‘empresario admirable’. Este no solo debe ser un multiplicador de sus empresas y de su patrimonio, sino un promotor que trabaja para la construcción de una mejor sociedad, al crecer él junto con sus trabajadores, clientes y proveedores. El reto de todo empresario debería ser construir también capital social. Solo así se hacen grandes y justas las sociedades que impulsan la libre empresa y se evitaría el ‘capitalismo salvaje’. Por eso celebro el debate que se está dando en el Congreso en favor de esta reglamentación y de quienes la apoyan.

AHORA EN Eduardo Jose Victoria Ruiz