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Mercado secundario de las bolsas

Si usted apreciado lector, imaginó que nos íbamos a referir a las oportunidades del mercado bursátil en la negociación de títulos valores antes de su vencimiento gracias al interés de terceros demandantes, lamento informarle que las bolsas a las que me referiré no son las de Nueva York o Tokio, sino las populares ‘chuspas’.

7 de julio de 2017 Por: Eduardo José Victoria Ruiz

Si usted apreciado lector, imaginó que nos íbamos a referir a las oportunidades del mercado bursátil en la negociación de títulos valores antes de su vencimiento gracias al interés de terceros demandantes, lamento informarle que las bolsas a las que me referiré no son las de Nueva York o Tokio, sino las populares ‘chuspas’, aquellas talegas plásticas que nos regalaban en el supermercado y que por disposición legal y por cuidado con el medio ambiente, desde esta semana ya no se utilizarán o se harán a un costo económico que desestimulará su uso.

Las bolsas juegan un papel de contenedores de artículos y además dan un halo de privacidad. Cuando uno ya lleva los artículos en la bolsas no le sucede lo que nos pasó con un ejecutivo de medios que se nos acercó en La 14 antes de llegar a la caja y sin ninguna vergüenza preguntó: “¿No creen que llevan muy poco papel higiénico para tantas pitahayas?”. Mi señora no puede creer que haya metiches mirando los mercados, los cuales se multiplicarán ahora sin las grandes bolsas blancas.

Pero a mí lo que me tiene más triste es qué va a pasar con el uso secundario de las bolsas. En un país de rebuscadores de todos los estratos, con un espíritu reciclador que hace que las pilas se recarguen en el congelador, los frascos de mermelada sean vasos de día y las materas vasos de noche o ‘micas’, un gran placer de los colombianos ha sido el máximo aprovechamiento de las chuspas.

Las vi en los andenes reemplazando tarros de basura, forro interior de papeleras en baños elegantes; paraguas en los estadios; tapete para el mecánico que revisa el carro; vasija para recibir el agua de la gotera a media noche; bolsa que se congela para hacer masajes ; guante para recoger los excrementos de la mascota; capucha de salón de belleza pobre para en sus huequitos sacar los rayitos; acuario temporal para los niños; insumo para forrar el yeso de la pierna cuando nos bañamos; trampa para cazar murciélagos; todos esos son ejemplos de cómo vamos a extrañar las chuspas, que como tantas personas y elementos de la vida, sólo los valoramos cuando por designios superiores, nos los arrebatan de la cotidianidad.

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