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Los hippies viejos

Key West: esa sucesión de islotes sobre el Atlántico tiene un encanto especial por la belleza del paisaje y la descomplicada vida con toque caribe. Por su proximidad con Cuba la gastronomía, el arte y en especial la música, tienen el aire evocador del tiempo que antecedió a la revolución.

19 de mayo de 2017 Por: Eduardo José Victoria Ruiz

Key West: esa sucesión de islotes sobre el Atlántico tiene un encanto especial por la belleza del paisaje y la descomplicada vida con toque caribe. Por su proximidad con Cuba la gastronomía, el arte y en especial la música, tienen el aire evocador del tiempo que antecedió a la revolución. La casona de Hemingway, los miradores hacia la tierra de Martí y de Portabales; el ron, el erotismo, todo es evocador de un pasado divertido y de una mezcla cultural fascinante. Grupos de nostálgicos se han afincado cada vez más, tratando ellos de no asimilar el paso del tiempo, gusto que se dan las palmeras y los discos de vinilo, pero no los humanos. La zona se llenó de hippies viejos, de resistente melancolía y patética languidez.

Sexagenarios de largo pelo blanco y moñita triste, barbas abandonadas, con overoles raídos, sin camiseta que dejan ver tetillas descolgadas y axilas peludas, que cuando aseadas, con grumo de desodorante, se ven peor. Sandalias que exhiben uñas largas y duras, envidia de Caterpillar. Un hippie viejo no queda bien sino en una Harley y ojalá a toda velocidad para que nos quede sólo el recuerdo. Ancianos con arete de cobre y manga sisa, acompañados de hippies viejas que soñaron parecerse a Yoko Ono, adefesio de los años 60.

Las gafas contestatarias ya están en la punta de la nariz cual abuela ausente. Senos próximos a saludarse con las rodillas sin derecho a hamaca para llevarlos. Aquellos que no encanecen fácil, con su melena rasta quieren parecerse a Bob Marley y al final sólo comparten con éste la posibilidad de una tesis de entomología sobre la mutación de los piojos. Cuando los veo, pienso: ¡Que pena con los nietos! Cómo será su vergüenza en una recogida de calificaciones en el colegio.

Ya chulié a Key West y con este, a los hippies viejos que anclaron sus recuerdos y sus luchas inciertas a sus cuerpos y su vestir. De la antigua admiración de nuestra niñez, hoy no nos anima ni un saludo lastimero.
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