El país millenial
La opinión pública de este joven país es así, como ese adolescente empaque que se llama Colombia.
Somos un país adolescente. Tenemos muy joven historia institucional. En el lenguaje de hoy, somos como los millennials. Esa generación nacida entre 1981 y 1995, que están entre 20 y 35 años y que tienen una conducta que quien no haga el esfuerzo de entenderla, quedará fuera de foco, sea como padre , empleador o productor de bienes o servicios.
Los millennials son digitales; hacen muchas cosas a la vez, no se concentran en una sola; extremadamente sociales, al punto que se calcula que un 88 % de los millennials latinoamericanos tienen perfil en redes sociales; son críticos implacables; muy exigentes como ninguna generación lo había sido; son volátiles, no se amarran a nada, no quieren permanecer largo tiempo bajo una misma empresa o dirección, al contrario, su expectativa es que sea la empresa la que se adecúe a sus preferencias; no perdonan una y exigen nuevos valores, como transparencia, sostenibilidad y compromiso social. Son autosuficientes y quieren sentirse protagonistas.
La opinión pública de este joven país es así, como ese adolescente empaque que se llama Colombia.
Por eso todo el tiempo se pide cambio y no que se consoliden los procesos que lo ameriten.
Por eso un Petro, pésimo administrador público o un enigmático Fajardo van arriba en las encuestas; por eso el proceso de paz nos está quedando grande en su implementación; por eso ningún alcalde nos parece bueno por honesto y dedicado que sea, como es el caso de Armitage.
Por tal razón le adjudicamos los problemas a los demás y no nos involucramos en su solución; por estar mirando el mundo nos olvidamos de los compromisos con la región; por eso tenemos una critica durísima sobre todo aquel que aspire a gobernarnos o sobre quien ingrese a la actividad política.
Como los millennials, nos volvimos sibaritas, gozones, criticones, faltos de compromiso, inmediatistas. La gran diferencia es que los millenials encontraron un mundo ya hecho y sobre su disfrute están construyendo su vida. Colombia en cambio, aun está por hacer y consolidar.
Es aún tiempo de edificar, como aquellos jóvenes que con sudor hace décadas construyeron su patrimonio; mucho antes que los millennials, obviamente.