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Cali: ¿Capital del postconflicto?

Hago parte de millones de colombianos que creemos que habrá una Colombia...

3 de septiembre de 2016 Por: Eduardo José Victoria Ruiz

Hago parte de millones de colombianos que creemos que habrá una Colombia más viable si concertamos la desmovilización de grupos guerrilleros, en acuerdos posibles, producto de negociación entre el Estado e interlocutores que se han armado por décadas con recursos del narcotráfico, lo cual hace que su forma de financiarse y actuar haya sido diferente a las demás experiencias. Estoy convencido que la paz no será inmediata y aún hay actores violentos por reducir o liquidar. Como el acuerdo es una negociación entre enemigos, se debió ceder de lado y lado, sin sacrificar aspectos esenciales del Estado de Derecho. La desmovilización implicará la posibilidad de ampliar la frontera agrícola, desarrollar el ecoturismo y enfrentar el narcotráfico con mayor eficacia.En cuanto a la participación en política, prefiero ver algunos exguerrilleros en el Congreso que secuestrando agricultores, extorsionando empresarios y violando mujeres. Si de ese ejercicio democrático salen buenos congresistas, como Antonio Navarro Wolf, será un logro en un escenario donde al lado de servidores públicos hay delincuentes desangrando los presupuestos regionales como lo vemos entre otras regiones, en la Guajira o en Chocó.No me asusta el fantasma castrochavista. Tenemos una dirigencia privada robusta, con cercanía a la Fuerza Pública, esta de altas calidades, lo cual conforma un escenario distinto al del vecino país. Por lo anterior, porque siempre le apuesto a la fe con fundamento y a la esperanza, votaré por el Sí en el plebiscito. Sin embargo, mi entusiasmo no me llevan a acompañar el objetivo que Cali se vuelva la capital del postconflicto, como hemos leído en declaraciones de funcionarios regionales. Flaco favor le haremos a una ciudad que no puede con sus problemas endémicos de movilidad, generación de empleo, inseguridad, servicios públicos, para quienes vivimos en ella y para cientos de miles de migrantes y desplazados que nos han llegado en las últimas décadas para incrementar el flujo de residentes por cuenta de otros tantos que supondrán que esta es la capital de las nuevas oportunidades. Dios quiera en un tiempo convirtamos a Cali en el destino apetecido por los emprendedores, por la diversidad cultural reflejada en las expresiones artísticas, gastronomía y servicios, pero primero hay que convertirla y no asfixiarla antes de su concepción.Desde la visión de mercadeo externo, ser la capital del postconflicto no nos proyectará como ciudad del futuro o del Pacífico seguro y visionario. Medellín quiere ser reconocida como la más innovadora y educada, quiere comunicar la dejación de un pasado lapidario; nosotros en cambio, buscamos posicionamientos alusivos al lastre anterior lo que hará más pesado nuestro resurgir. Hay mucho por hacer en pos de la reconciliación y la incorporación de los actores del conflicto a actividades productivas, especialmente rurales, pero de allí a invitarlos a que encuentren entre nosotros la tierra prometida, hay un abismo. No es la mejor forma de emprender el reto.

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