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Los otros huracanes

Iota, el huracán que dejó devastado al archipiélago de San Andrés y Providencia, es el primero de categoría 5 que golpea al territorio nacional.

19 de noviembre de 2020 Por: Diego Martínez Lloreda

Iota, el huracán que dejó devastado al archipiélago de San Andrés y Providencia, es el primero de categoría 5 que golpea al territorio nacional.

Con todo, me temo que no es el peor huracán que ha golpeado a esas islas. Otros la han afectado más, así a simple vista las afectaciones no se vean.

El primero de ellos es el turismo depredador que desde hace años ha llegado a esa isla. Desde que se creó el famoso ‘plan 25’, a San Andrés llegó un turismo chancletudo e inculto que no ha hecho más que destruir sus playas, sus arrecifes y todos sus encantos naturales a punta de arrojar basuras y de utilizar ese mar de siete colores sin ningún respeto por el entorno natural.

El segundo huracán, que podría ser de categoría diez, si existiera, es la corrupción. Una clase dirigente bandida ha arrasado con los recursos, como hizo Iota con la infraestructura de la isla. De los diez gobernadores elegidos por voto popular, seis han sido destituidos por malos manejos de los dineros de los isleños.

Entre ellos, los exmandatarios Aury Socorro Guerrero y Ronald Housni quienes según la Fiscalía, se aliaron con contratistas y con funcionarios de la época para entregarles la contratación de San Andrés y Providencia; a cambio de ello los exgobernantes recibieron el 10% de cada uno de los contratos otorgados y adicionalmente una remuneración económica por la gestión adelantada. La exgobernadora aceptó los delitos de concierto para delinquir agravado, contrato sin cumplimiento de requisitos legales, y cohecho propio por 9 contratos. Por lo que recibió una pena de 14 años de prisión.

El actual mandatario, Everth Hawkins, no escapa a este fenómeno. Dieciséis contratos por 9702 millones de pesos para enfrentar la Covid-19 lo tienen en la mira de los organismos de control. La Fiscalía lo citó a interrogatorio ante la Corte Suprema de Justicia por supuestos malos manejos de recursos durante la pandemia.

Y mientras los gobernantes se enriquecen, el hospital de San Andrés se cae a pedazos, los isleños carecen de agua potable y el servicio de energía se va a cada rato, las vías están destrozadas. Sin duda, estos bandidos le han hecho mucho más daño a San Andrés que Iota.

Para colmos, San Andrés no ha escapado al maldito narcotráfico que tanto daño le ha hecho a nuestro país. La isla ha sido utilizada como lugar de paso de los alijos que van hacia el norte del continente, con lo cual se ha llenado de narcos que, como a cualquier lugar donde llegan, han sembrado la violencia y la corrupción.

Estos fenómenos ocurren desde hace años, pero los continentales, como nos llaman allá, no nos acordamos del archipiélago sino cuando ocurren tragedias tan visibles como el paso devastador del huracán Iota.

Pero la situación calamitosa en la que se encuentra el que debía ser nuestro mayor paraíso no solo se debe al abandono en el que lo tenemos los colombianos.

Los isleños tienen su buena parte de culpa por elegir a esos sinvergüenza que no han hecho sino dilapidar los recursos de San Andrés.

La meta de los colombianos, tanto continentales como isleños, tiene que ser convertir a San Andrés en la Aruba criolla. Para eso, nosotros debemos valorar y cuidar el paraíso que tenemos y los sanandresanos tienen que elegir unos gobernantes que deseen trabajar por su isla y no enriquecerse a costa de la miseria colectiva.

Sigue en Twitter @dimartillo

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