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La faena de los ‘Petros’

Tras los bochornosos incidentes ocurridos el domingo pasado en los alrededores de...

26 de enero de 2017 Por: Diego Martínez Lloreda

Tras los bochornosos incidentes ocurridos el domingo pasado en los alrededores de la plaza de toros de Santamaría hay mucho más que la protesta de unos animalistas contra el espectáculo taurino. La presencia del nefasto Gustavo Petro y de su sacamicas Holman Morris en esa protesta desnuda las reales motivaciones de los manifestantes.El cínico Petro, sin duda el peor alcalde que ha tenido Bogotá, se ha empeñado en sabotear la gestión de su sucesor -hasta una revocatoria del mandato está promoviendo- que lleva un año tratando de ordenar el caos que dejó ese oscuro personaje, que ahora pretende ser presidente de Colombia.En el improbable caso que corone esa aspiración prefiero irme a vivir a Venezuela que padecer un gobierno presidido por ese ser que, además de ser un pésimo administrador, como lo mostró durante su paso por la Alcaldía de Bogotá, nunca desarmó su espíritu y gobierna llevado por el odio y el resentimiento que tiene acunados en su alma.Ese veneno fue lo que logró transmitirle a los vándalos que protagonizaron los incidentes en la Santamaría. Porque lo que hubo allí fue una expresión de una guerra de clases dirigida contra los “gomelos” amantes de los toros. De ahí la saña con la que actuaron los agresores en contra de quienes pretendían ingresar al coso bogotano. Mejor dicho, la protesta antitaurina fue apenas una excusa de Petro para darle salida a ese odio que tiene contra la “oligarquía”.Ahora, Petro no es el único politicastro que pretende sacarle provecho político a la lucha antitaurina, que es una bandera muy atractiva porque la mayoría de la gente detesta las corridas de toros. Por eso es natural que en el Congreso cursen varios proyectos que pretenden prohibir el espectáculo taurino.En cierta manera, la persecución de la que es objeto la tauromaquia es una muestra del proceso de venezolanización que vive la política nacional. Y es que aquí también estamos comenzando a padecer la tiranía de las mayorías.Esa es una de las más sutiles expresiones del totalitarismo y se presenta en aquellos regímenes en donde lo único que se respeta es lo que apoya la gran masa. Olvidando que los gobiernos de verdad democráticos se preocupan, sobre todo, por defender los derechos de las minorías, porque los de las mayorías se defienden solos.Sí, aunque los ‘Petros’ de este país no lo crean, los aficionados a los toros, así no sean más del 10% de la población, tienen sus derechos. Y sus argumentos para defender ese espectáculo. Para ellos, la tauromaquia es un arte, además de un añeja tradición cultural. Lo primero puede ser debatible (el concepto de arte es muy subjetivo. Por ejemplo, para muchos lo que pintaba Picasso eran unos mamarrachos).Pero lo segundo, lo de la tradición, es incuestionable. El espectáculo taurino data del Siglo X y en Colombia se da desde el Siglo XIX. Varias generaciones de familias, con gran esfuerzo, se han dedicado a levantar el toro de lidia. El amor por las corridas también ha pasado de generación en generación.Esa realidad no se puede desconocer y se debe tener en cuenta en los debates que se adelanten en el Legislativo cuando se analicen los proyectos de marras.Porque lo que está en juego aquí, mas allá de el futuro de la tauromaquia, es si somos un país que arrasa con los derechos de las minorías, como Venezuela, o si en esta Nación nos preocupamos por entender y respetar los derechos y las preferencias de esas minorías. Por supuesto, los ‘Petros’ quieren que seamos lo primero. ¿Y los demás?Sigue en Twitter @dimartillo

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