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La coca no se devalúa

A la devaluación del peso atribuye nuestro voluminoso ministro de Defensa, Luis Carlos Villegas, el exponencial aumento del área sembrada con cultivos ilícitos en el país.

10 de marzo de 2017 Por: Diego Martínez Lloreda

A la devaluación del peso atribuye nuestro voluminoso ministro de Defensa, Luis Carlos Villegas, el exponencial aumento del área sembrada con cultivos ilícitos en el país.

Parece un chiste que el encargado de la seguridad en este país dé una explicación tan peregrina frente al hecho que tengamos 200.000 hectáreas sembradas con coca en nuestro territorio.

Las razones para este fenómeno son muy diferentes, doctor Villegas. Y, tal como lo señalaron el fiscal Néstor Humberto Martínez y el exprocurador Alejandro Ordóñez, el principal motivo es la suspensión de las fumigaciones aéreas que el Gobierno ordenó, por petición expresa de las Farc.

La verdad monda y lironda es que no hay sistema más rentable y eficiente para destruir tales cultivos que esas aspersiones. Y no necesariamente tiene que fumigarse con glifosato, producto que han estigmatizado no obstante no existir demostración científica de que cause perjuicios a la salud humana.

Pero resulta que las Farc quieren usar la sustitución voluntaria de cultivos como su plataforma para hacer política. Y por ello se oponen a las fumigaciones aéreas. Pues me temo que esa política de sustitución voluntaria puede ser muy útil para conseguir votos, pero para acabar con los narcocultivos es un canto a la bandera.

Convencer por las buenas a los cultivadores de coca de que dejen de sembrar esa mata y se pongan a cultivar tomates o papayas es casi imposible, por simples razones de mercado.

Esa hoja se da casi silvestre, no requiere de mayores cuidados, no la afectan las variaciones climáticas y tiene compradores asegurados. Mejor dicho, con la coca los cultivadores van a la fija. En cambio cualquier cultivo lícito está lleno de riesgos: hay que fumigar para prevenir plagas, no siempre es fácil de comercializar, esta sujeto a los vaivenes de este clima cada vez más loco.

Insisto, por las buenas es muy difícil que quien cultiva coca asuma el riesgo de meterse a sembrar otra cosa.

Y además, los pocos que sí se arriesgan a dar ese paso chocan con la presión de los grupos armados ilegales que no están interesados en que sus proveedores se dediquen a otra cosa.

Eso lo pudieron comprobar los periodistas de El País que desataron la ira de guerrilleros del ELN por intentar contar lo que está pasando en el Cauca con los narcocultivos.

Un propietario de una finca ubicada en Huisitó, zona rural del Tambo, que poco a poco está cambiando la coca por matas de cacao, les contó a estos reporteros que esa sustitución tiene que hacerla casi clandestinamente porque la gente del ELN no tolera que la gente emprenda ese cambio.

No nos engañemos, la sustitución voluntaria es una entelequia. E incluso la fumigación terrestre está condenada al fracaso porque es muy fácil de sabotear.

La única fórmula para desincentivar los cultivos de coca es que los gringos dejen de consumir el polvo maldito. Pero como eso está lejos de ocurrir, y menos en esta era Trump en la que más de uno debe vivir trabado para soportar a su estrambótico presidente.

Entonces, la única fórmula que nos queda es reanudar las fumigaciones aéreas y una vez que los cultivadores no se queden sin matas, sí ponerlos a sembrar otra cosa.

O damos ese paso o los mares de coca seguirán extendiéndose por nuestro territorio. ¡Así el dólar se vuelva a poner a $2.000, señor Ministro!

Sigue en Twitter @dimartillo

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