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El Vice, un peligroso suplente

La única función que la Constitución de Colombia le encomienda al Vicepresidente...

13 de julio de 2012 Por: Diego Martínez Lloreda

La única función que la Constitución de Colombia le encomienda al Vicepresidente de la República es reemplazar al Presidente en sus ausencias temporales o definitivas. Está claro que en las actuales circunstancias el vicepresidente Angelino Garzón no está en capacidad de cumplir esa función. Entre otras cosas, eso es lo único que está claro.Porque el tema de la enfermedad de Garzón, que es un asunto de Estado dada su investidura, se ha manejado con un misterio parecido al que ha rodeado los padecimientos del presidente venezolano Hugo Chávez.Y hasta peor. Porque Chávez al menos ha dado la cara. En cambio a Garzón, quien nos tenía acostumbrados a padecerlo a diario, opinando de lo humano y lo divino, hace rato que no lo vemos. Con lo que le gusta la vitrina, podemos deducir que si no aparece en los medios es porque está muy delicado. Pero si ya lo dieron de alta de la Clínica no debe estar en peligro de muerte. Lo cual produce alivio cuando pensamos en el ser humano. Pero cuando pensamos en el encargado de reemplazar al Jefe del Estado colombiano la preocupación sigue latente. Porque lo cierto, así suene muy duro, es que en este momento la figura vicepresidencial es un costoso adorno que está imposibilitado de cumplir la función para la cual la crearon.Ello necesariamente lleva a pensar en la conveniencia de la figura vicepresidencial. Al contrario de quienes piensan que no es muy elegante discutir el tema, ante las circunstancias que atraviesa Garzón, considero que esas circunstancias, precisamente, hacen urgente analizarlo.Y la verdad es que a lo largo de sus 20 años de existencia esta figura ha mostrado generar más inconvenientes que ventajas. Su mayor virtud, la que dio pie para su creación, es de carácter filosófico: que en caso de que desaparezca el Presidente, su reemplazo sería alguien elegido por el pueblo. El otro ‘uso’ que tienen los vices es en las campañas electorales, pues pueden aportarle unos voticos a sus compañeros de fórmula. Y pare de contar.De resto, los ‘vice’ son una piedra en el zapato a quienes no se les puede dar mucho juego porque terminan creyendo, como le ocurrió a Angelino, que son los subjefes del Gobierno. Pero más allá de que el vice sea buena o mala gente, es un conspirador en potencia pues como ser humano que es, consciente o subconscientemente, se la debe pasar haciendo fuerza para que al Presidente le ocurra algo, para él poder quedarse con el poder. Lo más conveniente parece ser volver a la figura del Designado, que nos sale más económica y, sobre todo, menos incómoda pues quien la encarna puede tener más oficio que sentarse a esperar a que el Presidente falte.El mismo nombre de ‘designado’ es menos ambicioso y genera menos expectativas que el de ‘Vicepresidente’ que transmite la idea de quien la ostenta es el segundo a bordo del Presidente, cuando en realidad es solo su suplente, sin el más mínimo poder.Mejor dicho, ser Vicepresidente es como llamarse Aristóteles Onassis y no tener un peso, pero sí la ambición de un paisa y las ínfulas de un argentino ¡Qué peligro!

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