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Del Valle a la montaña

Uno de los deportes favoritos de los vallecaucanos es compararnos con los antioqueños y morirnos de la envidia por lo que ellos tienen y nosotros no.

18 de junio de 2020 Por: Diego Martínez Lloreda

Uno de los deportes favoritos de los vallecaucanos es compararnos con los antioqueños y morirnos de la envidia por lo que ellos tienen y nosotros no.

Y para colmo de ‘desgracias’ resulta que Antioquia y su capital Medellín han resultado un ejemplo en el manejo del Covid-19 y a la fecha el departamento apenas registra 2369 casos de contagio, cifra que el Valle prácticamente triplica con 6516 casos.

¡Los paisas nos están dando sopa y seco con el manejo del coronavirus!, le he escuchado decir a más de un paisano, al observar esas cifras.

Seguramente allá han hecho cosas muy buenas y han tomado medidas que aquí nos hemos demorado en tomar. Pero la verdad es que la comparación es injusta dadas las diferencias geográficas y culturales que existen entre Valle y Antioquia.

La primera diferencia es que Cali es una ciudad de paso: el que quiere desplazarse del centro y el norte del país hacia el sur y a Ecuador, tiene que pasar por esta ciudad. Por eso aquí llegaron a asentarse 50.000 venezolanos, muchos de los cuales estaban en tránsito hacia el sur del continente, pero que terminaron quedándose ante el cierre de fronteras causado por la Pandemia.

Además, Cali es la verdadera capital del Pacífico y aquí llegan a diario personas provenientes no solo de Buenaventura sino de todo el litoral. Y también llegan caucanos y nariñenses y hasta gente del Eje Cafetero.

Esa enorme población flotante hace especialmente vulnerable a Cali frente a esa pandemia, porque además es gente que viaja en las más precarias condiciones. En cambio Medellín es una ciudad ubicada en una especie de olla, totalmente endogámica. El que llega allá es porque va para allá.

Cali es una ciudad de mucha mayor diversidad cultural; de hecho, es una de sus grandes riquezas, pero que en circunstancias como las que vivimos dificulta las cosas. Porque una cosa es la forma de ver la vida y el concepto de autoridad de alguien proveniente del Pacífico y otra muy diferente la de un caucano o un caleño: las medidas que sirven para unos no las aceptan otros.

Mientras en Medellín hay una homogeneidad cultural que facilita la asimilación de las determinaciones.

Además, las cosas hay que mirarlas en perspectiva, porque aquí tenemos más contagiados pero hemos logrado avances. Las autoridades de Valle y Cali entendieron que hay que tomar medidas focalizadas, que se van modificando dependiendo de cada sector.

Lo cierto es que esta estrategia ha dado resultados. Y aunque estamos lejos de superar la emergencia se han conseguido cosas importantes.
Por ejemplo, Cali logró disminuir el indicador de cuántas personas puede contagiar un infectado: según datos oficiales, hoy ese indicador para Cali es de 1,14, o sea que una persona con el virus puede contagiar a 1,14 personas.

Dicho registro está por debajo del de Bogotá, cuyo indicador es de 1,15; y aunque usted no lo crea, de Medellín, que tiene un indicador de 1,19; o incluso, debajo del promedio nacional, que es de 1,21.

Y hay otros indicadores que demuestran que el Valle está mejor preparado que otras regiones del país para afrontar el temido pico de la pandemia.

Porque aquí no tenemos metro pero tenemos dos de las mejores clínicas de Latinoamérica, la Valle del Lili e Imbanaco, y una consolidada y organizada red de salud, que bien puede ser motivo de envidia no sólo de los paisas sino de todo el país.

Sigue en Twitter @dimartillo

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