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Bendita la guerra sucia

Los periodistas, opinadores, intelectuales y todos aquellos que integran ese...

16 de mayo de 2014 Por: Diego Martínez Lloreda

Los periodistas, opinadores, intelectuales y todos aquellos que integran ese heterogéneo conglomerado que llaman ‘opinión pública’ andan ‘rascándose las vestiduras’, como diría el presidente Juan Manuel Santos, por la ‘guerra sucia’ que, según ellos, ha contaminado la campaña presidencial. Y por la falta de propuestas que, dicen, ha caracterizado el proceso.Siento contradecir a esos ‘gurús’ pero me temo que ni ha habido tanta guerra, ni ha sido tan sucia. Lo que ha habido, han sido unas escaramuzas aisladas que no iniciaron ninguno de los supuestos contendientes de este conflicto.Todo comenzó con una columna del más antiuribista de los periodistas, Daniel Coronell, en la que se denunciaba el millonario pago hecho por unos narcotraficantes a dos personas cercanas al presidente Juan Manuel, con el propósito de que le hicieran llegar al Gobierno una propuesta de sometimiento. Calificar esa denuncia como parte de una guerra sucia sería acusar a Coronell de haberse prestado para ser un instrumento del uribismo, con el fin de desprestigiar a los estrategas del Presidente. Lo cual es un despropósito, porque nadie le hace semejante mandado a un enemigo.La segunda escaramuza, la aparición del supuesto hacker que habría interferido las comunicaciones del Presidente y de los negociadores de paz y que tenía vínculos con la campaña de Oscar Iván Zuluaga, más que un episodio de guerra sucia, parece una cortina de humo tendida por el santismo, con el diligente concurso del fiscal Montealegre, para desviar la atención sobre las denuncias de Coronell, que no del uribismo.Y lo que ha habido desde entonces son unas cuantas réplicas, de lado y lado, alrededor de este par de denuncias.Pero más allá de lo sucia que haya sido, esta presunta guerra ha servido para centrar la atención del país en los comicios que se realizarán en diez días.Hasta hace dos semanas nadie se ocupaba de ese tema. La gente hablaba de la muerte de Gabo, del Mundial de Fútbol y de mil temas más que nada tenían que ver con tan importantes elecciones. Gracias a esta “guerra”, insisto, el tema electoral cobró máximo protagonismo.También ha servido esta “guerra” para calibrar el talante de los diferentes candidatos. La forma como cada uno de ellos ha reaccionado es un anticipo de las reacciones que tendría en caso de ser elegido. Estoy convencido de que aspectos como ese, el talante de una persona, son un criterio mucho más útil para saber cómo le iría a alguien de ser elegido Presidente, que las famosas propuestas, que según los opinadores han brillado por su ausencia en esta contienda. Uno puede tener las mejores propuestas y resultar el peor Presidente. O alguien puede hacerse elegir con unas propuestas y gobernar con otras totalmente diferentes, como hizo Juan Manuel Santos hace cuatro años. Otro criterio válido para escoger a un candidato es su hoja de vida. Cómo le ha ido a alguien en los cargos que ha desempeñado en el pasado es una previsión confiable de cómo lo hará como Presidente. En el caso del candidato/presidente, más que las maravillas que está prometiendo para el próximo cuatrienio, lo que interesa es evaluar cómo lo hizo en los cuatro años que ya gobernó.Total, no debemos ‘rascarnos’ las vestiduras ni por una guerra que no ha sido tan sucia ni tan guerra, ni por la falta de unas propuestas que muy pocos cumplen cuando llegan al poder.

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