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La pólvora: delito y pecado

La alegría que respiran los hogares colombianos en la temporada de fin...

17 de diciembre de 2014 Por: Cristina Plazas Michelsen

La alegría que respiran los hogares colombianos en la temporada de fin de año, suele alterarse rudamente por culpa de la pólvora, cuyo uso, especialmente por niños y adolescentes, es un pecado y un delito de quienes lo instigan o lo toleran.¿Puede haber algo más dramático y deprimente que ver sufrir a un niño en un pabellón de quemados, y escuchar el lamento de su padre tardíamente arrepentido, consciente de que las cicatrices no se borran jamás?Tenemos que cuidarlos y protegerlos para que en estas fiestas no haya llanto ni luto en los hogares colombianos.Es deber del Estado, de las autoridades locales, de los cuidadores y de los padres de familia, evitar que la pólvora afecte la integridad de los niños y adolescentes, que siempre deben mantener su piel intacta y alejarse del riesgo criminal que nos golpea no solo en diciembre y enero, sino en fiestas patrias y celebraciones religiosas.La ley establece normas sancionatorias para los padres de familia que no protejan a sus niños, y en algunos casos, pueden, incluso, perder el ejercicio de la patria potestad. Según cifras del Instituto Nacional de Salud, entre el 1 de diciembre de 2013 y el 17 de enero de 2014, se registraron 858 personas quemadas con pólvora. De ese total hubo 379 menores de edad afectados.La mayoría de niños afectados tenía entre 10 y 14 años de edad.El ranking doloroso por regiones fue encabezado por Antioquia, Valle del Cauca, Cauca, Norte de Santander y Nariño.De acuerdo con el Informe Quinquenal Epidemiológico Nacional del Ministerio de Salud, las mayores afectaciones se dan por la fabricación, venta y manipulación de totes, voladores, cohetes, luces de bengala, volcanes, pitos y globos. Los totes causaron el 27% de los accidentes con pólvora, y los voladores, el 20%.Hugo Acero, experto en seguridad, nos recuerda la necesidad de realizar esfuerzos para cambiar los comportamientos culturales que nos llevan a utilizar este producto peligroso todos los diciembres o -como mencionábamos antes- cuando celebramos algún acontecimiento social, político o religioso. Con la pólvora no se juega. Una luz de bengala no aumenta el grado de felicidad de un niño pero sí puede causarle heridas de segundo grado. Un mal uso de la pólvora, lo marca para siempre y deja una imborrable huella de dolor en su hogar. Los gobernadores, los alcaldes, los profesores las Madres Comunitarias, los medios de comunicación, debemos ser la voz que genere conciencia sobre el riesgo mortal de esta práctica que debemos erradicar.El Icbf ha solicitado a los directores regionales, defensores de familia y alcaldes, la imposición de las medidas administrativas a que haya lugar, con un criterio ejemplarizante pues aún antes de comenzar el mes de diciembre, registrábamos casos de niños quemados o lesionados. Tuvimos ya la explosión en una polvorería en Soacha, Cundinamarca, y un joven con los dedos cercenados por el uso de productos derivados, en un estadio de Medellín.En esta Navidad, debemos darles a nuestros niños, motivos de alegría, razones para sonreír y valores para construir. De ninguna manera debemos arriesgar su integridad con elementos pirotécnicos que comprometen su vida, la unión familiar y la estabilidad de una sociedad que busca espacios de paz y de integración.