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El Capitán Renault

A pesar de haber voluntariamente aceptado un trabajo y las condiciones -en...

9 de noviembre de 2013 Por: Carlos Porges

A pesar de haber voluntariamente aceptado un trabajo y las condiciones -en este caso de confidencialidad- que este requería, Edward Snowden ha publicitado los secretos de su país. Infortunadamente, la realidad es que su ingenuidad no cambiará nada sobre las prácticas que rigen las relaciones internacionales. Todo aquel que haya visto la maravillosa película ‘Casablanca’ recuerda al corrupto Capitán Renault vociferando hipócritamente que está “horrorizado, horrorizado” (I am shocked, ¡shocked!) al ‘descubrir’ un casino ilegal, al tiempo que recibe una manotada de dinero del croupier. El Capitán Renault ahora reencarnó en nuestros mamertos criollos que pregonan su “horror” por el espionaje del “imperio”, olvidando cínicamente a la Stasi o a la KGB como ejemplos recientes de lo que verdaderamente era un imperio del mal. Estos Capitanes Renault saben -o deben saber- que los países siempre se han espiado mutuamente porque “no tienen amigos o enemigos, solo intereses”, como reza el viejo dicho. El espionaje entre países siempre ha sido un juego de gato y ratón, de inteligencia y contrainteligencia, disuasión y persuasión. Ejemplos recientes incluyen a Israel espiando a los EE.UU., el Reino Unido espiando la cumbre económica en Londres, Canadá espiando a Brasil, Cuba espiando a EE.UU., Brasil espiando embajadas extranjeras en Brasilia, Rusia haciendo lo propio con la Unión Europea y con sus exsatélites, y China dedicada a una campaña masiva de espionaje industrial y militar. Cómo será de obvia la situación que EE.UU., Canadá, el Reino Unido y Australia hace años se tomaron el trabajo de firmar -entre ellos- un pacto de “no espionaje”. Y los alemanes están a punto de firmar un pacto similar con los Estados Unidos. No me cabe la menor duda -serían incompetentes si no lo hicieran- que nuestros estamentos de seguridad hacen lo que pueden para penetrar e interceptar la información humana y electrónica que emana de nuestro entorno, mal habitado por narcoguerilla doméstica y regímenes nefastos como los cubanos, venezolanos, nicaragüenses y ecuatorianos. No dudo que la inteligencia cubana le pasa a las Farc información interceptada a nuestros negociadores. De dientes para afuera, sonrisas y palmaditas en el hombro, pero por debajo de la mesa todo vale. Siempre ha sido así y así siempre será. No más moralismos falsos: todo el mundo lo hace.Lo que estas revelaciones develan es un problema más sutil y complejo: la tecnología ha avanzado más rápidamente que las leyes que rigen el uso de esa tecnología. Se corre el riesgo de excederse en una forma contraproducente, ya que una agencia de espionaje usará las herramientas que tenga a la mano para cumplir su misión, sin detenerse a autoexaminar las sutilezas legales o éticas que puedan o no existir. Para regular esto se necesita un marco legal claro, y si este no existe o es obsoleto, las consecuencias pueden ser nefastas.Lo vital para una sociedad es entender la real politik, conocer un poco de historia y aprender cómo amaestrar la fuerza de la tecnología informática. Debemos elegir líderes éticos que desarrollen un marco legal práctico para el uso de estas tecnologías, entendiendo que de vez en cuando habrá operaciones secretas. Y, a nivel individual, se debe usar el sentido común: si usted voluntariamente sube a la nube (Facebook, digamos) sus datos personales, no se horrorice cuando esta información caiga de la nube a manos indeseadas.