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Violencia y sexo

1. Los grandes tabúes. El mundo está lleno de tabúes. Tabú...

12 de junio de 2013 Por: Carlos Mejía Gómez

1. Los grandes tabúes. El mundo está lleno de tabúes. Tabú es aquello que está prohibido por las religiones y por la sociedad. Hay lugares donde es prohibido ver o tocar ciertos objetos y donde hay que taparse hasta el pelo. Pero los dos grandes tabúes de la humanidad en todos los tiempos y lugares son dos: el sexo y la agresión (la violencia). Aquí y en muchos países alertan sobre programas de televisión que pudieran tener “algo de sexo o de violencia”.Pero ¡vaya paradoja!: una gran cantidad de juegos infantiles y juveniles están teñidos de ambos tabúes en forma descarada..2. Lo sexual. Resulta excesivo (¿e hipócrita?) vender la idea de que todo lo sexual y todo lo agresivo es malo. Todo lo contrario: a) el instinto de vida se sustenta en el amor y el afecto que conducen a la procreación y, por ende, a la perpetuación de la especie. (Claro que hay cosas ‘indebidas’ especialmente a ciertas edades: anteriormente la religión y la ley coincidían en permitir el matrimonio (las relaciones sexuales) desde los 12 años; hoy sólo son permitidos desde los 14. Y aunque a los muchachos a los 14 se les permiten las relaciones íntimas se les prohíbe ver hasta los programas porno. Recordemos el viejo cuento de la mamá que le dice a su hija púber: “Mi amor, es hora de hablar de mujer a mujer, especialmente sobre la vida sexual”. La niña le responde: “De acuerdo, mami: ¿Qué quieres saber?”.La prohibición sexual, además, tiene género: es prohibida para las muchachas pero la calle y las mujeres son de los hombres desde que empiezan a respirar.3. Lo agresivo. De otro lado está la violencia. En lugar de violencia hablemos de agresividad. La agresividad comienza desde el nacimiento (nada tan agresivo como las mal llamadas etapa oral (devorar el mundo), la etapa anal (destruir el mundo), la etapa uretral (incendiar el mundo), el Edipo (matar al padre por la madre), el complex de Electra (matar a la madre por poseer al padre). También aquí hay una grave discriminación de género: los varones nacemos, crecemos, sobrevivimos y morimos en la pulsión agresiva, esto es, en la lucha por triunfar, por ganar, por ascender, incluso por pelear. Y nos está no solo permitido sino estimulado por todos los medios: el éxito, el sexo, el triunfo solo se logran con agresividad. La agresividad es la sublimación del instinto de muerte (primero queremos matarnos, luego matar al otro y luego sublimamos en el logro y la conquista). Esta emoción (la agresividad) ha sido castrada a la mujer en lo social (pero ella está siempre latente en la mujer que nació también con las tendencias, orales, anales, uretrales y edípicas del hombre: lo que no les permitimos es expresarlas y competir por superar al hombre; por ello, sólo nos queda el recurso de defenderlas con la ley (delitos contra la mujer) cuando lo que hay que estimular es la agresividad (creativa) en la mujer. Nada más ofensivo que tratar de convertirlas en dulces angelitos.Distinto de la agresividad (como emoción creativa) es la agresión, esto es, no fantasear con matar sino pasar al ‘acting out’ y proceder de facto a matar al otro.Bueno, se acabó el espacio aunque el tema da para toda la vida. Porque es la vida misma.