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Mi querido partido

Cuando éramos grandes. Lo conocí de niño. Y seguí con el vicio hasta viejo. Era el orgullo de la patria. Claro, con todos sus pecados. Guerras y más guerras en el Siglo XIX.

15 de agosto de 2017 Por: Carlos Mejía Gómez

Cuando éramos grandes. Lo conocí de niño. Y seguí con el vicio hasta viejo. Era el orgullo de la patria. Claro, con todos sus pecados. Guerras y más guerras en el Siglo XIX. Compartíamos la historia con el liberalismo: también grande y también pecador. Se los identificó como los partidos tradicionales. Fuera de ellos no había salvación. Si no comulgabas allí simplemente no existías.

Te veo allí y te veo así, mi partido. Vamos como Benjamin Button: nacimos grandes, crecimos hacia la edad media y venimos decayendo hacia la niñez política. Espero que no desaparezcas, partido.

Iglesia, orden, autoridad. Te mostraste (antes de nacer formalmente) como el de los “republicanos moderados” en 1837 y defendías la Iglesia, el orden y la autoridad. Los adversarios nos llamaban ‘godos’. Apareciste a la vida, bautizado por Marino Ospina Rodríguez y José Eusebio Caro, el 4 de octubre de 1849. Tu bautizo fue la publicación en el periódico La Civilización del “Programa Conservador”. En octubre cumples 160 años de vida republicana. Fuiste nuestra inspiración debido a tu gran inspiración: Bebiste de Platón, Aristóteles, San Agustín, Tomás de Aquino, Suárez y del propio Bolívar con sus principios de autoridad y orden.

Le enseñaste a Colombia la legalidad contra las vías de hecho, la moral cristiana contra el materialismo y el ateísmo, la libertad racional contra la opresión y cualquier forma de opresión, la seguridad contra la arbitrariedad y la anarquía.

Todo esto te sirvió para mantener viva y grande la República.
Te veneraba, querido partido. Muy muchachos, sostuvimos una columna en este diario titulada ‘Colombia Joven’. Alternábamos allí con Rodrigo Lloreda, Luis Carlos Galán. Hugo Palacios Mejía y otros más. Te recuerdo, mi partido. Escribí numerosas notas defendiendo tus ideas y predicando que éramos el partido mayor y mejor. Galán me contradijo con su defensa a ultranza de las ideas liberales. Los dos tuvimos la razón y los dos nos excedimos.

En homenaje tuyo escribí mi libro ‘Qué es el Conservatismo y sus diferencias con el liberalismo y el socialismo’. Me siento orgulloso, partido querido, de haberte escrito y descrito. Pese a todo, eras motivo de complacencia. Pese a guerras, disputas, agresiones, violencias, eras grande, eras serio, eras respetable. Habías forjado esta patria en asocio y en disenso con el liberalismo.

Y aquí vamos. Se nos vino el 2018. ¿Cómo estás, dónde estás, querido Partido Conservador? No te veo con claridad. Te veo disociado. Tienes una parte en la Unidad Nacional afecta al Gobierno. Hasta ministros te dieron. Tienes otra parte en el aire de la “independencia”. Tienes incluso otra parte en la “oposición” al Gobierno. Esperemos, querido partido, que pronto podamos encontrarnos todos en el lugar de siempre, con las mismas ideas y con la misma gente.

La verdad es que nadie sabe nada. Miremos el actual proyecto de reforma política y electoral para saber cómo quedamos nosotros y cómo quedan las instituciones frente a las pretensiones de la guerrilla y frente a unas nuevas normas preelectorales que aparecerán mediante ‘fast track’ o mediante el curso normal de las leyes. Al terminar esta nota dicen que tendremos jefe único y un lugar cerca del cielo. Veremos.