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‘Cristo’ y día de la mujer

1. Un Cristo despistado. Recordé la obra de Eduardo Caballero Calderón ‘El Cristo de espaldas’, de 1952. En medio de la violencia bipartidista decían algunos que Cristo le había dado la espalda al pueblo ensangrentado.

14 de marzo de 2017 Por: Carlos Mejía Gómez

1. Un Cristo despistado.  Recordé la obra de Eduardo Caballero Calderón ‘El Cristo de espaldas’, de 1952. En medio de la violencia bipartidista decían algunos que Cristo le había dado la espalda al pueblo ensangrentado. Tomo el título de la obra de Caballero porque nuestro Cristo, el ministro del Interior, también le ha dado la espalda a nuestra realidad actual y a nuestra Constitución.

La reforma constitucional que ha propuesto es, ante todo, un oportunismo inoportuno. No sé qué cortina de humo quiere extender. No sé si quiere, con sus propuestas, fungir como estadista en trance de precandidato liberal. No sé si quiere ‘pasar a la historia’ con una reforma constitucional. Y, si pudiera, nos la insuflaría mediante fast track. ¡Vaya héroe!

Los temas propuestos por Cristo no son buenos ni malos en sí. Los podría proponer cualquier alumno de Derecho Constitucional, cualquier catedrático, cualquier congresista de Comisión Primera. Pero en medio de toda la barahúnda legislativa por el postconflicto, en medio de todas las discusiones sobre tantos temas jurídicos cruciales, en medio de tanto fast track, de tanta JEP, a quién se le ocurre recalentar el caldeado ambiente nacional con asuntos que deben ser materias tratadas con serenidad, con tiempo suficiente, luego de haberse ventilado tanto dentro de la Unidad Nacional como de la oposición. Y no como una sorpresa, incluso para el propio gobierno, en vísperas de unas elecciones que serán tan agitadas y complejas y en momentos en los que el país está completamente a oscuras respecto de su inmediato porvenir.

2. Ahí les dejo.  Por la enervada época que vivimos, nadie va a ocuparse en serio de la reforma propuesta. Voto a los 16, presidentes de cinco años, eliminación de la vicepresidencia, senaturías regionales, financiación pública de las campañas, en fin.

En unos días, este Cristo dirá: me voy y ahí les dejo mi histórico legado. Ese será el tema de mi campaña personal para diferenciarme de todos los otros candidaticos de mi partido y sus lugares comunes. Dirá: yo, al menos, dejé una plataforma constitucional en discusión. En verdad, un Cristo de espaldas a la hora de ahora y al país de aquí.

3. Y pasó el Día de la Mujer. Voy a decir una simpleza: no hay un día de la mujer. Los días de la mujer son todos. Pero en Colombia para nosotros fue el 8 de marzo. Ese día, sin duda, todos los varones juramos querer, respetar, enaltecer, loar y equiparar a la mujer en derechos. Se acabó el machismo, murió la era patriarcal, desapareció toda discriminación. Al menos por 24 horas.

Algo poco menos que ridículo es que, gracias a Trinidad y Tobago, la Unesco consagró un Día para el Hombre, el 19 de noviembre. Pero nosotros, en Colombia, lo ‘celebramos’ el 19 de marzo. Así que, varones de Colombia, preparémonos para tan excelsa efemérides.

Pero volvamos a la mujer. Digámosle algo bonito. Como Balzac: “A pesar de su apariencia débil las mujeres siempre vencen”. Como Severo Catalina: “La mujer bella y buena es un libro de páginas sin fin”. Como Kraus: “Las mujeres pueden ver hasta lo que ignoran; ven lo invisible”. Como Lin Yutang: “Lo que el hombre razona y calcula, la mujer lo intuye”. Como Meredith: “La más exquisita bendición de Dios es una buena mujer”. Como Amado Nervo: “La mujer sabe siempre el secreto de Dios”.