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Viajes y música

Hace algunos meses nos apuntamos a un viaje con el grupo de...

27 de septiembre de 2015 Por: Carlos Lleras de la Fuente

Hace algunos meses nos apuntamos a un viaje con el grupo de Nueva York con el cual hemos ido a oír música a Europa y una vez a Israel, hace algunos años.Mi previsión dio sus frutos pues el costo (elevado) se pagó antes de esta horrible devaluación que casi con seguridad reducirá mis salidas del país al máximo lo que por fortuna aún me deja el Festival de Música de Cartagena en enero de todos los años, mis estadías en Villa de Leyva y su festival de música sacra en Semana Santa, las transmisiones de Cine Colombia de las óperas del Metropolitan, y las presentaciones del Teatro Mayor.Desde que el centro de Bogotá se volvió insoportable como lo describió el presbítero Rafael de Brigard en un artículo (La temible Plaza de Bolívar) he dejado de asistir a la Luis Ángel Arango y, por la misma razón, no he conocido el Teatro Colón restaurado.En esta ocasión viajé en una excelente aerolínea; Lufthansa, que presta un amable servicio a sus clientes desde el registro hasta el destino, en mi caso 16 horas más tarde, empleados serviciales, buena administración, constante atención pero… era ya uno de los nuevos aviones que creo que son los mismos que compró Avianca y en los cuales ya se ha disminuido el ancho del fuselaje, conservando en clase ejecutiva los mismos seis asientos por fila pero ya estos más estrechos y pienso que son del tamaño que tenían los de turismo, de modo que los pasajeros de esa clase deben ir como sardinas después de una hambruna.La fatiga del viaje de ida y la de regreso me llevó después del primero a sugerir a mi esposa que se despidiera de Salzburgo esa bellísima población austriaca, que visitamos por cuarta vez pues la calidad de su Festival es probablemente la más alta de Europa y desde 1967/08, cuando llegamos la primera vez con nuestros amigos Van Meerbeke (después de detenernos a conocer el macabro Dachau), su programación ha sido espectacular; en ese entonces el director de la Filarmónica de Viena era Von Karajan y también lo era en el segundo viaje; en el tercero falleció unos días antes de dirigir la orquesta en Tristán e Isolda, ópera para la cual tuvimos boletas.En fin, y ahora no sé quién es el gran director pues las dos orquestas (Viena y Boston) fueron dirigidas por diferentes personas, comenzando por Daniel Barenboin que nos cautivó con la Novena de Mahler que fue ovacionada por casi 10 minutos.Tres operas conformaron el repertorio de la semana: el 20 de agosto, y la primera fue El Caballero de la Rosa de Richard Strauss, que se presentó en el Gran Teatro del Festival, gigantesco escenario para unas 2500/3000 personas. La soprano Krassimira Stoyanova y la mezzo Sophie Koch (a quienes no había oído nunca) fueron una gran sorpresa; la una búlgara y la otra francesa, nos deleitaron con sus bellas interpretaciones y excelente actuación y la Orquesta Filarmónica de Viena dirigida por ese gran y aún poco conocido en Colombia director, Franz Welser-Möst completó, con el bajo alemán Günther Groissböch, una presentación memorable. Con la orquesta de Mozarteum de Salzburgo dirigida por Alejo Pérez (?) se nos presentó un “concierto” de Werther, la opera de Massenet, bien conocida en Bogotá. Al desconocido director se la pudo la orquesta y ésta también a la gran soprano Ángela Georghiu quien a última hora reemplazó a Elina Garanca. No gusto de estos conciertos pues los cantantes estáticos delante de la orquesta que llena el auditorio carecen obviamente de actuación y muchas veces sus voces son ahogadas por la cercanía de la orquesta. En Europa esto se da con frecuencia y me han tocado tres. La tercera ópera la de Gluck se presentó en la ‘Casa de Mozart’, sala excelente y enorme también. Fui entusiasmado pues cantaba la mezzo Cecilia Bartolí, una de mis cantantes preferidas. Ifigenia en Tauride sufrió por la paupérrima escenografía que me recordó mucho la Calle del Cartucho en nuestra maltratada ciudad. La orquesta, el Barochisti, magnífica y Rolando Villazón -tenor lírico- estuvo a la altura de las circunstancias.Programa variado y, en general muy grato, con el par de excepciones ya mencionadas.