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Un billete y los periodistas despistados

El pasado 12 de octubre fue el aniversario 108 del año de...

17 de abril de 2016 Por: Carlos Lleras de la Fuente

El pasado 12 de octubre fue el aniversario 108 del año de nacimiento de Carlos Lleras Restrepo, fecha que casi nadie recuerda como tampoco quién fue y en qué forma magnífica le servicio al país durante sus 86 años de vida. Se le hizo un homenaje al poner su efigie en el nuevo billete de cien mil pesos que tanto ha dado de que hablar y sobre el cual el Gerente General del Banco de la República dijo durante la ceremonia que tuvo lugar en la que fue nuestra casa entre 1945 y 2004.Los periodistas citados por el Banco debían tener una mesa redonda con el gerente Uribe pero ella no tuvo lugar pues todos esos ignorantes no se dieron cuenta de que el homenaje era para Lleras Restrepo y que lo ofrecía el Banco, y se lanzaron como chulos de tierra caliente a fotografiar a Vargas Lleras quien, además de no tocar pitos en el entierro, llegó 40 minutos tarde pues dijo que estaba con el Presidente y, notoriamente, a la casa llegó con Néstor Humberto Martínez; ¿Lo llevó a Palacio? ¿Estaba lagarteando para él la Fiscalía? No lo sé pues, además, mientras el doctor J. Uribe pronunciaba su alocución, el vicepresidente no dejó de conversar con Martínez y con el Ministro de Hacienda (mi hermana Clemencia pensó antes de su muerte 40 años ha, que los había educado adecuadamente).Lo más grotesco de los gallinazos (o chulos carroñeros) es cómo no se dieron cuenta de que estaban en una casa identificada como ‘Biblioteca Museo Carlos Lleras Restrepo’ y en la cual se señala que la propietaria es la Universidad de Bogotá Jorge Tadeo Lozano. Inexplicable que mi viejo amigo Arismendi, tan despistado como todos, dijo por radio que yo habitaba la casa que había sido quemada “después del 9 de abril de 1948”. Supina ignorancia pues lo fue el 6 de septiembre de 1952, siendo presidente Laureano Gómez y designado encargado de la Presidencia Roberto Urdaneta Arbeláez, cómplice del atentado por permitir que ocurriera y por dar como disculpa que jugaba  golf en el San Andrés, cuando la Policía llevó la gasolina y procedió al incendio total del inmueble después de las 7 p.m.Además y obviamente, la casa es histórica lo que nunca supieron los analfabetas: que el dueño de casa estaba sobre la chimenea del salón en un óleo magnifico que pintó Osuna, ni que su padre y sus abuelos también estaban en el mismo lugar, en estupendas pinturas de Sergio Trujillo.Como si fuera poco, nada despertó ni la curiosidad ni el profesionalismo de esos jóvenes que ocupan los cargos que hace muchos años ocuparon Alberto y Carlos Lleras, Jorge Zalamea, Hernando Téllez, Juan Lozano y Calibán y tantos otros periodistas de verdad-verdad, sin tarjeta ni títulos pues la inteligencia y la cultura les bastaban. Por cierto que los periódicos fueron igualmente descuidados e indolentes; ¡Qué vergüenza!No terminaré sin manifestar los agradecimientos de mi rama de la familia Lleras con el Banco y su Gerente; por cierto que en una u otra forma mi padre y yo, lo mismo que otros familiares, hemos estado cerca de esa importante institución, ejemplo de respetabilidad en medio de tanta corrupción y de tanta carroña.Mi padre como ministro de Hacienda de Santos y de López Pumarejo tuvo relaciones de trabajo estrechas con el Banco; yo recuerdo aún los billetes firmados por él. Adicionalmente, como Presidente de la República ocurrió lo mismo.Dos de mis paupérrimas tías Lleras Restrepo, trabajaron en el Banco: la una en la Luis Ángel Arango, la otra, Elena, como ecónoma en la Casa de Moneda y de la sazón del magnífico ajiaco que el Gerente ofrecía a los visitantes de cierta prestancia. Como la casa de mis abuelos Lleras Restrepo estaba (y está) frente a la Biblioteca, carrera 4 de por medio, cuando las tías se fueron para Suba las empleadas domésticas fueron contratadas por la Luis Ángel, lo cual nos permitió a Alberto Lozano y a mí, que estudiábamos allí hasta bien entrada la noche, ser fortalecidos por deliciosos platillos.Yo trabajé casi dos años con Germán Botero de los Ríos, subgerente secretario del Banco en ese entonces, años que recuerdo con el mismo gusto con el que redacté y presenté a la Asamblea Nacional Constituyente la última ponencia que dejó en firme la independencia del Banco.