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El gran amigo y escritor Pedro Gómez Valderrama coleccionaba, y sus amigos...

6 de octubre de 2013 Por: Carlos Lleras de la Fuente

El gran amigo y escritor Pedro Gómez Valderrama coleccionaba, y sus amigos le colaborábamos, menciones de Colombia en libros de autores extranjeros y yo, tal vez por ello, subrayo y guardo algunas, casi siempre de mala leche: guerrilleros, bandidos, narcos, paramilitares y bandidos de toda índole eran y siguen siendo los protagonistas de tales menciones sin hablar, por supuesto, de los errores y vacíos que también muestran hasta dónde llega nuestra desaparición de la vanguardia de la civilización y la cultura.En mis últimas lecturas he encontrado dos ejemplos: en el excelente libro de Adam Hochschild (Les fantômes du roiléopold) sobre el Congo Belga se hace una comparación entre los recolectores de caucho en esa región y los del Putumayo, que nos recuerda La Vorágine, la Casa Arana y sus miserias, el libro de Castro Caicedo y otros, pero el Putumayo resulta ser peruano y exclusivamente peruano. En el malsano libro de Claude Delorme (Esperando la guerra) aparece una doméstica, cocinera de la única habitante de la fortaleza que su marido construyó para afrontar con éxito la conflagración atómica y que resultó ser colombiana, apodada Félicité porque su nombre criollo era largo y de difícil pronunciación; afortunadamente es buena persona.Seguiré recogiendo ejemplos como estos pues los silencios son más que las menciones: acabo de leer un libro que habla sobre los tesoros enviados a España durante la Colonia “desde el Perú”; La Nueva Granada fue la gran proveedora de oro del imperio y creo que financiamos todas las guerras de España en el Siglo XVI, que no fueron pocas, y luego en el Siglo XVII.Hay otros temas que desvelan y que tocan con la cultura:1. El fútbol convertido en semillero de mafiosos y delincuentes, tal vez los mismos que atacaron a la Policía hace poco y que deben ser sancionados severamente mientras el país reconoce que ha fracasado en desarrollo social y se ha excedido en convivir con la corrupción.2. Las telenovelas que son un vil reflejo de un país mejor y que, como define Gómez de la Serna, son cursis y la cursilería es el fracaso de la ciencia (y de la cultura, agrego yo).3. Pero sin lugar a dudas lo peor, lo más lobo y cursi, y lo más corrupto -casi siempre- son las condecoraciones que otorgan las cámaras a personajes que la mayoría de las veces no las han merecido pero que han dado dinero para alguna campaña o hecho otro favor cualquiera al congresista que solicita tal otorgamiento, y lo consigue siempre como consta en fotografías no muy visibles que publica El Tiempo de vez en cuando.Uno de los placeres negativos entre los cuales coloco no veranear en tierra de zancudos ni pasear por zonas de guerrilla y otras que no agrego para no molestar a nadie, es no haber recibido la medalla del Congreso, aún cuando hay gente desprevenida que cree que es, en alguna forma, un honor, cuando los honores no se califican en primera instancia por quienes los confieren y el Congreso y la mayor parte de los congresistas no califican. País de segunda y Congreso de tercera.4. Señalo por último otro atentado contra la cultura al querer la Asociación de Autores y Compositores (?) cobrar derechos de autor a las emisoras culturales de las universidades.¿Será que el que autor de esta barbaridad no tiene el apellido que le pone el periódico sino el de Marcenaro, hijo de mi profesor de piano y por cierto, para mucho honor el de Rafael Puyana? Si lo fuera, no lo entendería.