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Los ‘festejos’ constitucionales

Por fin terminaron las supuestas ‘celebraciones’ organizadas -varias de ellas- por entidades...

14 de agosto de 2011 Por: Carlos Lleras de la Fuente

Por fin terminaron las supuestas ‘celebraciones’ organizadas -varias de ellas- por entidades y personas que participaron en años anteriores en la descuidada y maligna fiebre de reformas que produjo 29 en 20 años.Me sorprendió, por cierto, que en una publicación seria, como se supone que es Ámbito Jurídico, en su mal llamado Informe Especial sobre los 20 años de la Carta, preparado por algún ignorante de la historia constitucional, se haya afirmado que durante el Frente Nacional no hubo reforma alguna de la Constitución de 1886 que con las reformas de 1910, 1936 y 1945 había entrado de nuevo en vigencia gracias a los acuerdos entre los dos partidos políticos.Con desvergüenza dice el ‘jurista’ que “El primero en reclamar (sic) una reforma constitucional… fue Alfonso López Michelsen” y olvida o desconoce la importancia de la reforma de 1968, impulsada por la administración de Lleras Restrepo con activa participación del mismo López, después de haberse logrado la unión liberal entre el Partido y el MRL y de haber pasado su jefe a ser, primero, gobernador del nuevo departamento del Cesar y, luego, Ministro de Relaciones Exteriores.No me extenderé más y me limito a repetir, con mi reiterado escepticismo, que entre los amnésicos y los ignorantes se falsea constantemente la vida de Colombia y de sus gentes y que esto no mejorará.No asistí a ninguno de los actos conmemorativos a que he hecho alusión por otra razón adicional: en el derecho civil y hasta el maravilloso descubrimiento del ADN la maternidad no podía ser disputada, pero la paternidad sí, en determinadas circunstancias que el lector puede imaginar. Pues bien, entre junio y julio de este año la paternidad de la Constitución estuvo disputada, y mucho. Como la seriedad de las discusiones y análisis es sospechosa, fluyó el semen vivificador de numerosas personas hacia el proyecto del gobierno Gaviria, de modo que reinó la confusión sobre quién fecundó el óvulo gobiernista.De hecho, el proyecto del Gobierno no fue el óvulo y sí lo fueron más de cien parciales o totales presentados por los constituyentes. ¿Quiénes logramos ordenar la discusión y sacar adelante -con las fallas previsibles- el texto final? Se requería que periodistas serios y no ignorantes o chisgarabises se ocuparan del tema, lo cual naturalmente no ocurrió; a ese festín de vanidades e ignorancia no concurrí.Ya pasados los hechos y la premiación que organizó la Cámara de Representantes, no tengo mucho qué agregar, salvo que tampoco di declaraciones ni escribí los varios textos que me fueron solicitados, pues en El País publiqué en febrero seis o siete artículos sobre los aspectos poco conocidos del funcionamiento de la Asamblea y porque con Marcel Tangarife (mi asistente en la Asamblea) hemos publicado cuatro volúmenes importantes sobre los textos discutidos y aprobados, y con Juan Manuel Charry (mi asesor en la Asamblea) un libro -tal vez el primero que se conoció- sobre esa formidable experiencia. Además, en mis memorias me referí ampliamente al tema.Bástame decir para cerrar esta etapa que los dos cambios más dañinos para la vida nacional, la paz y la honestidad administrativa fueron, sin duda, el Acto Legislativo 03 de 1993, que restableció las suplencias de los congresistas, fuente de corruptelas sin fin, y el 02 del 2004, que permitió la reelección del Presidente, pues de ese nefasto segundo período se desprende el mar de corrupción que nos ahoga y que nació a la sombra de cuatro años de preparación de una segunda reelección.