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La ética mundial y las crisis actuales

Sumido en la confusión que me crea la esquizofrenia de este mundo,...

27 de julio de 2014 Por: Carlos Lleras de la Fuente

Sumido en la confusión que me crea la esquizofrenia de este mundo, que permite manejar simultáneamente la euforia del fútbol y las situaciones del Medio Oriente y Ucrania, he vuelto los ojos a los escritos de Hans Küng, el teólogo católico -rechazado por Juan Pablo II (ahora ‘santo’) y por Benedicto XVI, miopes y católicos de viejo cuño quienes atacaron a Küng, nunca quisieron recibirlo y el benemérito alemán le dio una audiencia que preparó enviándole una lista de los temas que le prohibía tocar.Yo dejé de ser religioso hace más de 30 años a lo cual contribuyó no sólo la estupidez de la Iglesia colombiana y su malsana influencia y participación en la política colombiana, sino el estudio de su pecaminoso proceder desde la época de Constantino, su rechazo de Juan XXIII y del Concilio Vaticano II, sus condenas a la teología de la liberación y otras fallas protuberantes, entre ellas hacer pasar la religión por encima de la ética mundial que tanta falta hace a la humanidad y que, de existir, haría casi desaparecer a seguidores de varias religiones y posiblemente, la moral católica.Pues bien, voy a ceder parte de esta columna, seguramente a Küng y a otros teólogos pertenecientes a las tres religiones monoteístas (judíos, cristianos y musulmanes), abrahámicas las tres y generadoras de uno de los peores conflictos de la postguerra, ¿incompresible? Si: el Dios de las tres es el mismo, dicen los teólogos, es el creador de todas las cosas y Jehová, Cristo y Alá tienen raíces comunes en el Antiguo Testamento. Sin embargo, el uso de la religión con prescindencia de la ética, lleva al fanatismo como se ve claramente en el Medio Oriente y en las actividades terroristas de los musulmanes.Yehudi Menuhin, el gran violinista judío -a quien pude oír en Bogotá hace años- se transformó en un eminente humanista y de él encuentro una bella oración en el libro de Küng ‘Reivindicación de una ética mundial’, tema que tocó en una conferencia en la Universidad Javeriana a la cual asistí con fe y entusiasmo, como supongo que los primeros católicos oían a Pablo.Dice en una parte de su ‘Mi Oración’: “A ti a quien conozco y a quien no alcanzo a conocer -en mí y más allá de mí-, del que me profeso seguidor con amor, temor y fe, el uno y el múltiple, dirijo yo mi oración”: a Él solicito que en todas las confrontaciones me ayude a descubrir el ‘triálogo’ en vez de ‘diálogo’ y a tomar, en la medida dispuesta, las decisiones oportunas en el reparto del placer y dolor.Y termina con este hermoso párrafo: “Concédeme la inspiración que has provisto para la humanidad -anímame a seguir los ejemplos vivientes que responden a tu Espíritu, el Espíritu que está en nosotros y más allá de todos nosotros: la inspiración de Cristo, de Buda y de Lao-Tse y de los profetas, sabios y filósofos, poetas, escritores, pintores, escultores y todas las criaturas y artistas, y todas las personas desinteresadas, los santos, las madres, los conocidos y desconocidos, los importantes y los pequeños, hombres, mujeres y niños de todas las épocas y de todos los lugares, cuyos espíritu y ejemplo permanecerán entre nosotros y dentro de nosotros para siempre”.Küng señala cuatro orientaciones inalterables como meta para llegar a esa ética mundial: compromiso a favor de una cultura de la no-violencia y respeto a la vida; compromiso a favor de una cultura de la solidaridad y de un orden económico justo; compromiso a favor de una cultura de la tolerancia y un estilo de vida honrada y veraz, y un compromiso a favor de una cultura de igualdad y camaradería entre hombre y mujer. Volveremos sobre estos temas.