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¡La canalla!

Desde el 9 de abril de 1948 no había yo visto un...

8 de septiembre de 2013 Por: Carlos Lleras de la Fuente

Desde el 9 de abril de 1948 no había yo visto un desorden siquiera similar al que padeció el país en los últimos días de agosto y tengo la sensación de que el gran responsable es el Presidente de la República por su arrogancia y torpeza.La frase que implicaba a la vez un desafío y una celebración, imprudente por lo demás, desencadenó el caos que bastante le ha costado al país y a las gentes de bien, léase trabajadores y empresarios agrícolas, tenderos, hoteleros, restauradores, empleados, y demás, es una de las más estúpidas que se han pronunciado en el país en los últimos 40 años.Adicionalmente, y como consecuencia de que Santos no ejerce como jefe de gobierno sino únicamente como jefe de Estado (viajes, condecoraciones, campañas pro Premio Nobel y demás cosas inanes) se atrevió a presentarse en Tunja sin haber estudiado el tema y tuvo que pedir excusa a los paperos y reconocer que desconocía el tema sobre el cual debían adelantarse las conversaciones.Y eso no es todo: se demoró demasiado en militarizar a Bogotá -donde ocurrieron tremendos desmanes- y otras regiones de Cundinamarca, Boyacá y Nariño donde gobernaron los rufianes, que se burlaban de las fuerzas del orden a las cuales no se les permitió reaccionar debidamente.Más aún: los granujas están preparándose para denunciar a los agentes por exagerado uso de la fuerza. ¡Cuidado señor Santos con la Fuerza Pública que no existe para que la ataquen e irrespeten mientras usted observa a los maleantes desde un helicóptero!Por supuesto que lo primero ¡y Santos no lo ha conseguido y ya es tarde para ello! es que lo respeten y eso es fundamental para un gobernante: durante la administración Lleras hubo dos actos de autoridad que produjeron los efectos buscados: las revueltas universitarias que fueron aplastadas y el intento subversivo del 19 de abril de 1970, organizado por el rojaspinillismo y por vándalos de siempre.Lleras, a quien sí respetaban, decretó un toque de queda que se obedeció por todos de manera que las calles se desocuparon en menos de dos horas. He contado varias veces que el Presidente tenía en los garajes del Palacio de San Carlos varios vehículos blindados con ametralladoras giratorias y dio orden al coronel Matamoros -jefe de la Casa Militar- de que vencido el plazo para que toda la gente se recogiera, sacara los vehículos y disparara al bulto; ¿duro?, por supuesto que sí pero de lo contrario se hubiera caído el gobierno. El respeto hizo que se obedeciera la orden presidencial porque a Lleras no solo lo respetaban sino que los revoltosos estaban seguros de que no amenazaba para asustar.Me revolvió el hígado ver a esa canalla bailar como en un aquelarre y burlarse de los agentes quienes deben estar enfermos de aguantar tanto irrespeto. La Policía está entrenada para atacar, con los largos bolillos de antaño y las tanquetas que lanzan potentes chorros de agua a la cual, no sé por qué pues Rojas Pinilla nos lo aplicó, se le mezcla tinta roja que facilita reconocer a los guaches que van de barrio en barrio o que destruyen estaciones de Transmilenio acompañados de gentes del Bronx y otros vagabundos de la misma especie.Naturalmente, al anunciarse tardíamente la militarización, salieron los camuflados de siempre a declarar que el Ejército no puede disparar: ¡Si puede! y debe hacerlo ante una revuelta como la de los días anteriores; de lo contrario, ¿para que se despliegan?Faltan los tanques para retirar las barricadas y todas las acciones de guerra para salvaguardar el orden público y para tratar de conquistar la confianza de las personas pacificas que pedían por cuenta de los apaches encapuchados: ¿por qué no se han prohibido esas capuchas? El alcalde Petro ya debería haberlo hecho en su calidad de Jefe de Policía del Distrito.He dejado para lo último un recorderis para los terratenientes, los partidos indignos y la administración Pastrana Borrero, responsables todos de haber torpeado y enterrado la reforma social agraria y de haber acabado con las asociaciones de campesinos. Como en el caso de la guerrilla, otra suerte habríamos corrido de hacerse las cosas bien.¿Qué más falta? ¡Pantalones!