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Accidentes y guerras de tarifas

He oído decir que en la baja considerable del valor de los...

19 de septiembre de 2010 Por: Carlos Lleras de la Fuente

He oído decir que en la baja considerable del valor de los pasajes aéreos con el fin de competir, a algunas empresas se les ha ido la mano y no sólo prestan un pésimo servicio sino que, a nivel mundial, han aumentado los accidentes.La guerra por la conquista del mismo espacio aéreo entre numerosas líneas y la aparición de las compañías de bajo costo han creado una situación nunca antes vista y que ojalá la Aeronáutica Civil estudie para Colombia.El primer aspecto importante que señala el boletín de la Iapa (International Association of Airline Passengers) es el hecho de que para rebajar costos las empresas han disminuido los requisitos que deben llenar los pilotos, tendencia que tiene que reversarse exigiendo más altas calificaciones y un mejor entrenamiento, especialmente en las aerolíneas domésticas dedicadas al ‘commuting’. La Oficina de Transporte Nacional de Estados Unidos ha señalado que las distracciones y los errores de los pilotos han contribuido en un 50% a las pérdidas de vida en accidentes aéreos.Según la Asociación de Pilotos de Aerolíneas, el requerimiento mínimo actual para obtener la licencia de piloto es de 250 horas de vuelo para aviones de 30 o más asientos, pero que en realidad deberían ser mayores los requerimientos, esto es, iguales a los que exigen para un piloto de transporte aéreo comercial.Ahora bien, regresando a las bajas utilidades de las empresas, especialmente de aquellas que mantienen un buen servicio, es interesante -y por ahora divertido- ver las distintas ideas que se están barajando para generar ingresos independientes del vuelo mismo; algunas de ellas ya se han implementando.Los recargos a las tarifas se generan, o generarían, por los siguientes conceptos: registro del pasajero en el vuelo, es decir, atención en el mostrador; chequeo del equipaje; abordaje preferencial; asiento en ventana; asiento en pasillo; mayor espacio para las piernas; uso del espacio encima de los asientos, para colocar el equipaje de mano; refrescos; acceso a Internet; suministro de cobija; suministro de almohada.A esto se agrega la que más me preocupa y es el recargo o la obligación de comprar dos puestos, impuesta a los gordos; como dice el boletín de Iapa, es volver a los gordos “un exceso de equipaje”.Este recuento es aterrador porque hay causales inevitables: todos los pasajeros deben registrarse en el mostrador y chequear su equipaje; el abordaje preferencial es obviable y aparentemente sólo cobijaría a los pasajeros de la clase turista, lo mismo que el castigo a los gordos y el asiento en la ventana o en el pasillo. Hay otra causal de recargo que también es abusiva: cobrar por el uso de los baños, lo cual es ofensivo y ridículo.Ahora bien, los pasajeros podrían -si las aerolíneas y la Policía y las compañías de seguridad lo permiten - comprar en tierra unos sabrosos sanduches y dos o tres bebidas y llevar su propia cobija y una pequeña almohada; el espacio para el equipaje de mano es indispensable a menos que se sacrifique la seguridad y pueda el pasajero llevarlo a sus pies.Toda esta historia llevaría, no a que las aerolíneas aumenten sus ingresos sino a que, en sana lógica, bajen el valor de los tiquetes ya que no prestan ningún servicio que atienda las aspiraciones de los pasajeros, pero ello no va a ocurrir por que la lógica se estrella con el abusivo ánimo de lucro al cual y en contra de las aerolíneas, se agrega la pérdida y el mal manejo del equipaje, el desorden en los itinerarios y las multitudes que llenan los aeropuertos.Avianca, salvo la suspensión casi total de la atención a bordo, ha protegido a sus pasajeros de tanta molestia, ofreciendo además sus excelentes salones VIP en todas las ciudades a quien paga tiquetes más costosos. Ojalá se mantenga así.