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Que renuncie

Él ha dicho en repetidas oportunidades que hay que defender nuestras instituciones. Y estoy de acuerdo con él. Pero no en que ignore que lo único que puede hacer para restaurar la confianza pública en las mismas es renunciar a la presidencia que no ha sabido honrar

10 de junio de 2021 Por: Carlos Jiménez

Las cifras de 149 muertos y 120 desaparecidos en Cali en el mes de mayo son aplastantes. Estas cifras pueden discutirse y depurarse pero en todo caso son la prueba palmaria de que la ciudad ha sido escenario de unos sobrecogedores episodios de violencia política de tal dimensión que no pueden quedar impunes y menos aún pasarse por alto. Ni incorporarse sin más al funcionamiento “normal” de nuestra vida política.

Confío en que la justicia aclare pronto quienes son los autores materiales de estos crímenes y los castigue como es debido. Pero no creo que haya que esperar su actuación para reconocer que tamaña sangría tiene un responsable político que no es otro que Iván Duque, quién, como Presidente de la República y jefe de las fuerzas armadas y de los aparatos de seguridad del Estado, no ha podido o no ha sabido ni anticipar los acontecimientos ni darle una respuesta a los mismos que fuera política y no exclusivamente represiva.

“Cuando la política falla interviene el Ejército” es una axioma que en este caso se ha cumplido a rajatabla demostrando además que Duque no ha sabido estar a la altura de la gravedad de la situación y que por lo tanto bien merece los calificativos que Gustavo Álvarez Gardeazabal le ha endilgado: “el Gobierno es un fantasma, no tiene mando, no tiene olfato político, no prevé”. Añado que también lo ha distinguido el hecho de que, ante las reiteradas denuncias de asesinatos de líderes populares, defensores de derechos humanos y excombatientes guerrilleros cometidos bajo su mandato, Duque se ha comportado como el vocero de una ONG que lamenta tan luctuosos acontecimientos y no como el Presidente de la República que tiene la obligación legal de defender la vida, la honra y los bienes de los ciudadanos. Los hechos de Cali han corroborado su incapacidad de hacerlo y le inhabilitan para seguir desempeñando un cargo que le ha quedado grande, por decir lo menos.

Él ha dicho en repetidas oportunidades que hay que defender nuestras instituciones. Y estoy de acuerdo con él. Pero no en que ignore que lo único que puede hacer para restaurar la confianza pública en las mismas es renunciar a la presidencia que no ha sabido honrar. Su incompetencia ha comprometido hasta tal punto la credibilidad de nuestras instituciones que solo su renuncia puede salvarlas en esta hora tan difícil, tan trágica. El país no puede permitirse el lujo de dos años más de desgobierno.

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