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Otra vez la CVC

O mejor dicho, el antecedente de la CVC, su modelo original, la...

21 de enero de 2011 Por: Carlos Jiménez

O mejor dicho, el antecedente de la CVC, su modelo original, la Tennessee Valley Authority, traída a cuento de nuevo nada menos que por el presidente Santos en la entrevista que concedió a Patricia Lara durante su viaje relámpago a la posesión de Dilma Rousseff como presidente de Brasil. En un pasaje de la misma Santos le muestra a la periodista ‘Traitor to his class’ -la biografía del presidente Roosevelt que estaba leyendo- y le profetiza en tono muy convincente que algún día todos le llamarán así. Yo dudo de que eso alguna vez ocurra y, sobre todo, creo que él tendría que hacer muchísimo más de lo que ahora está haciendo para merecer lo que en su caso sería un gran elogio. Pero si traigo a cuento este pasaje de la entrevista es porque me sirve de preámbulo al pasaje en el cual el Presidente –abundando en las razones por las que se cree merecedor del calificativo que el autor de su biografía le endilga a Roosevelt– comenta que fueron unas inundaciones catastróficas en la cuenca del Mississipi las que paradójicamente le ofrecieron al mandatario norteamericano la oportunidad de emprender el ambicioso programa de reformas sociales y económicas por el que ha pasado a la historia. El mismo que le ganó la duradera simpatía del pueblo americano y la obstinada malquerencia de esa élite económica y social a la que el propio Roosevelt pertenecía. Y cuya clave era la intervención decisiva del Estado, en la corrección primero y la prevención después, de los gravísimos disturbios económicos y sociales causados por el capitalismo salvaje. El capitalismo que no acepta otra ley que no sea la de la selva, la del más fuerte, la ley del sálvese quien pueda y el primero de todos, el capitán del barco. Por eso, un proyecto como el Tennessee Valley Authority es a la vez histórico y emblemático, porque su sola formulación demostró que sin la intervención del Estado era poco menos que imposible impedir la repetición de las inundaciones catastróficas. Y porque su duradera existencia demostró -y todavía demuestra- que las empresas del Estado pueden ser benéficas socialmente sin por ello dejar de ser rentables.Como lo fue la CVC, como tendría que serlo de nuevo, si decidiéramos hacerla de nuevo nuestra y le concediéramos un papel protagónico, tanto en la reconstrucción del distrito de riego del norte del Valle, como en la lucha contra el devastador cambio climático que nos está ahogando a todos, mediante la gestión sostenible de la selva.

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