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Filipinas mártir

Si algún país merece el título de ‘mártir entre los mártires’ en...

6 de diciembre de 2013 Por: Carlos Jiménez

Si algún país merece el título de ‘mártir entre los mártires’ en un mundo como el nuestro, tan dado a martirizar países enteros, ese es Filipinas. El país en el que los efectos del calentamiento global se han manifestado últimamente de la manera más catastrófica y deletérea. Y lo que es más paradójico y por lo mismo irritante: que esas manifestaciones hayan ocurrido en vísperas de las más recientes conferencias sobre el cambio climático organizadas por la ONU. El año pasado, faltando apenas diez días para la celebración en Doha de la pasada conferencia, Filipinas fue golpeada por el tifón Bopha, el más devastador de los desencadenados hasta la fecha. El doloroso record duró poco sin embargo, porque su fuerza indómita y su potencia destructiva fueron sobrepasadas ampliamente por el tifón Haiyan, que con un tamaño como el del Golfo de México y vientos de una velocidad promedio de 250 kilómetros por hora causó al menos 9 mil muertos y dejó sin hogares a cientos de miles de los filipinos más pobres. Se desencadenó apenas unos días antes de la inauguración en Varsovia, el mes pasado, de la décima novena conferencia internacional sobre el cambio climático, que ha concluido de nuevo en agua de borrajas, como denunciaron las decenas de ONG que participaron en la misma y se marcharon de ella decepcionadas por lo inocuo -y hasta la inicuo- de sus pobres resultados.La delegación filipina estuvo encabezada en esta oportunidad por el destacado ambientalista Naderev Yeb Saño, quien concluyó su apasionado discurso ante la sesión inaugural, recordando que estas conferencias climáticas han sido llamadas de muchos modos. Se las ha llamado “una farsa”, se las ha llamado “una reunión anual de emisiones intensivas de viajeros frecuentes” pero también se las ha llamado a “salvar el mañana, hoy”. Ojalá lo hagamos por fin “aquí y ahora, señor presidente” concluyó Yeb Saño. Y para darle fuerza a su ruego conmovido se declaró en huelga de hambre durante todo el tiempo que durase la conferencia. Huelga de hambre, muy justificada por la nueva tragedia padecida por Filipinas, y que desgraciadamente fue pasada por alto por la prensa occidental. Y por la nuestra, que tiende igualmente a subestimar o simplemente a omitir la información sobre un calentamiento del planeta que también nosotros padecemos. Y que, encima, estimulamos con políticas favorables al automóvil, a la destrucción de los páramos y a la deforestación salvaje.

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