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Entre todos

El Harvey y el Irma han venido no sólo para avisarnos que los huracanes en adelante serán cada vez más frecuentes y devastadores sino para urgirnos a que actuemos de inmediato para contrarrestar los avances cada día más acelerados del calentamiento global.

7 de septiembre de 2017 Por: Carlos Jiménez

El Harvey y el Irma han venido no sólo para avisarnos que los huracanes en adelante serán cada vez más frecuentes y devastadores sino para urgirnos a que actuemos de inmediato para contrarrestar los avances cada día más acelerados del calentamiento global.

Un problema que por definición es de todos los habitantes del Planeta aunque los colombianos tendamos a pensar que es culpa de los otros y no nuestra. Pero sí que es nuestra, sí que tenemos una cuota de responsabilidad en la catástrofe que compromete fatalmente el futuro de nuestros hijos y sí que tenemos que hacer todo lo que esté a nuestro alcance para reducir ese calentamiento y para neutralizar sus mortíferos efectos.

Tenemos, además, la posibilidad de hacerlo. La que nos ofrece el fin de la guerra que hemos padecido durante medio siglo y que si algo ha demostrado de manera indiscutible es todo lo que puede lograr la acción colectiva, dirigida por el Estado, en procura de objetivos precisos. Que eso fue lo que el país hizo durante los gobiernos de Andrés Pastrana, Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos: concentrar su inteligencia y sus energías en derrotar a la insurgencia. El costo directo fue de 120.000 millones de dólares a los que habría que sumar las irreparables pérdidas de vidas humanas, la erosión de la economía campesina y el envilecimiento de la convivencia ciudadana.

Y ya que hemos demostrado que podemos hacer algo grande entre todos, ¿por qué no aplicamos esa lección a hacer de Colombia un país ejemplar en la recuperación y la defensa del medio ambiente? Que de la agricultura y la minería se encargue la empresa privada, ojalá nuestra, ojalá pequeña y mediana, pero que de recuperar los páramos, las cuencas de los ríos y los ríos mismos, así como los bosques y las selvas, todos tan amenazados, nos encarguemos todos.

En reemplazo del Plan Colombia requerimos con urgencia un plan estratégico aún más ambicioso que tenga como objetivo devolverle a Colombia su condición de país verde por excelencia, generador incomparable de agua y de oxígeno para el Planeta, como lo fue hasta hace menos de un siglo. El país al que podemos asomarnos de nuevo releyendo a 150 años de su publicación esas deslumbrantes descripciones que hace Jorge Isaacs en ‘María’ de los paisajes paradisiacos de nuestro valle. Necesitamos el equivalente a escala nacional de lo que fue la CVC para demostrarle al mundo que sí se puede combatir al calentamiento global. Y que nosotros lo estamos haciendo.

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