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La mejor medicina alternativa es…la medicina

La frase que sirve de título a esta columna, que encierra una...

13 de marzo de 2015 Por: Carlos E. Climent

La frase que sirve de título a esta columna, que encierra una gran verdad, ya la han dicho otros. Si la medicina alternativa plantea que puede curar determinada enfermedad, debe someterse al método científico para evaluar estrictamente si lo que propone, sirve o no. Pero esto no lo hacen los gurúes prepotentes que recaudan millones de los incautos que buscan soluciones simplistas para sus problemas. Que mucha gente hable de las maravillas de los más estrambóticos métodos de la medicina alternativa para curar dolencias en las cuales la medicina moderna?ha fallado se debe a razones que tienen que ver con sus incondicionales y con sus promotores. Muchos de sus incondicionales, no todos, son personas necesitadas que a pesar de no sufrir trastornos graves, llevan algún tiempo deambulando por los consultorios de los médicos y no han encontrado alivio a sus dolencias. Tienen insatisfacciones diversas y prefieren las soluciones rápidas en las que no tengan que hacer mayores esfuerzos. Se configuran así las circunstancias que hacen irresistibles las convincentes promesas de los promotores. Los promotores están montados en un excelente negocio. Son expertos publicistas. Saben de la ingenuidad de sus clientes y de sus necesidades y escogen de entre las dolencias a tratar aquellas de naturaleza subjetiva. Jamás presentan como su caso estrella la curación del SIDA, o la desaparición de un tumor maligno, el alivio de una neumonía, ni la vuelta a la razón de un esquizofrénico descompensado. Casos en los que la medicina moderna tiene abundantes pruebas de su capacidad terapéutica. No. Sus casos “de mostrar” son los problemas crónicos y los dolores y trastornos sin diagnóstico muy preciso en los que el efecto placebo puede jugar un papel importante. Llevan juiciosas estadísticas sobre sus éxitos terapéuticos, pero no hablan de sus fracasos. Jamás se dejan medir. En consecuencia nadie sabe, a ciencia cierta, si sus métodos funcionan o si sus postulados corresponden o no a la realidad. Pretenden negarle?la validez?al método científico con el cual se podría evaluar objetivamente la utilidad de sus tratamientos. Sus estrategias comerciales son muy efectivas pues están basadas en promulgar dramáticamente los resultados positivos de los tratamientos que administran. Consideran que tales resultados y la devoción de sus seguidores, son prueba suficiente de la validez de sus intervenciones. Los resultados negativos, aquellos en los que sus métodos no sirvieron, se ignoran olímpicamente. Muy a pesar de la lógica y del respaldo universal para el tratamiento de muchas enfermedades, existe todavía ?un?gran ?sentimiento anti-científico alentado por algunos representantes de las diversas modalidades de la medicina alternativa. Éste hace que la gente no vacune a sus niños, no adopte comportamientos saludables y no utilice las soluciones idóneas de la medicina moderna, sin duda, la mejor alternativa para aliviar muchos sufrimientos.

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