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La hora de los grandes

Un plebiscito innecesario dividió gravemente al país. Y no debería extrañarle a...

30 de octubre de 2016 Por: Carlos E. Climent

Un plebiscito innecesario dividió gravemente al país. Y no debería extrañarle a nadie pues fue diseñado con el propósito de obligar a los entrevistados a definirse por una opción simplista de entre los dos polos de una dicotomía que no admitía condicionamientos. Planteadas así las cosas, los entrevistados no tuvieron otra alternativa que la confrontación y se vieron obligados a elegir uno de los extremos, sobre bases intensamente emocionales y, por regla general, pobremente sustentadas.La familia colombiana sigue dividida por las posiciones antagónicas, los pensamientos absolutos y los argumentos subjetivos basados en informaciones parciales. Como consecuencia de este acaloramiento el sentimiento preponderante sigue siendo la rabia y la consecuencia el rencor.El problema ahora es zanjar las diferencias surgidas. La forma de aliviarlas comienza en el alma de cada ciudadano y debe terminar en un mandato para los dirigentes encargados de los acuerdos finales.La única alternativa es que cada persona tenga como prioridad la reconciliación, no la confrontación. Solo entonces se tendrá la autoridad moral para decirles a los líderes que se siguen oponiendo a los acuerdos, que se les exige mostrar honestamente la voluntad de construir una nueva democracia pacífica. Pues la inmensa mayoría de los colombianos quiere:*Dirigentes que no anden detrás de objetivos políticos manipuladores, mezquinos, personales o amañados evidentemente desconectados con los deseos más íntimos de la voluntad popular.*La reconciliación entre hermanos en la cual cada una de las partes entienda mejor cuál es la posición del otro y cuáles son sus dudas y sus temores.*Gobernantes idóneos, ecuánimes, capaces de adaptarse a circunstancias adversas y con la habilidad de convertir un planteamiento unilateral, en una posibilidad para abrirse a nuevas variables que permitan un arreglo más incluyente.*Ver a sus líderes situados por encima de consideraciones egoístas, trabajando honestamente en los detalles de acuerdos mejores, más justos y más convenientes para todos los colombianos, no para las mismas élites de siempre.*Dirigentes que entiendan las genuinas necesidades de quienes desean vivir en una sociedad más equitativa, democrática y perdurable.*Elegir aquellas personas que además de mostrar argumentos convincentes, sean capaces de discutir sosegadamente opiniones contrarias sin dejarse provocar por las reacciones emocionales ajenas.Los colombianos no quieren ver más en la mesa de la reconciliación, a los caciques mentirosos de siempre con sus distorsiones, exageraciones, agendas personales, odios profundos e infinito resentimiento. Pero como será inevitable su presencia, con esa realidad imperfecta es con la que hay que trabajar esperando que la balanza se incline finalmente hacia el lado de la verdad.Quienes logren moderar sus ambiciones y faciliten un arreglo justo y oportuno, contarán con el reconocimiento de la historia que rechaza a los caciques y exige estadistas que puedan entender que finalmente llegó “La hora de los grandes”.

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