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La extraviada ética colombiana

El origen del descalabro ético por el cual atraviesa Colombia tiene múltiples raíces.

16 de julio de 2017 Por: Carlos E. Climent

Respetables académicos* fueron entrevistados sobre la pérdida de los valores en la que se encuentra el país. A continuación unas pocas de sus juiciosas reflexiones:

“La creencia en que los problemas se resuelven a las malas creó un clima favorable para justificación de la trampa y del todo vale” (A. Mockus).

“Se forman unas especies de tribus virtuales en donde pueden circular mentiras sin que nadie las controvierta, y desde donde se ataca a quienes hacen parte de otras tribus y tienen opiniones distintas pero sin que haya un debate de argumentos”. Es preciso “realizar campañas educativas para superar la cultura de la viveza” y “aumentar la probabilidad de que quien incurra en corrupción sea efectivamente sancionado”.
(R. Uprimny)

“Los análisis catastróficos no construyen, son emocionales y facilistas. Solo ganan adeptos y votos. La reelección ha sido nefasta para el país. El clientelismo se ha fortalecido
y esto ha contribuido a profundizar la corrupción”. (A.M. Ibáñez)

“El hecho de que seamos una de las sociedades más desiguales del mundo, que el estado esté cooptado por intereses privados legales e ilegales, que además sea un estado débil en gran parte del territorio, crea un entorno propicio a la corrupción”.
(R Arango).

“Hay una facilidad pasmosa de crear noticias falsas y escandalosas y la gente traga entero porque ya está predispuesta ideológicamente a creerlas”. “La ética de la responsabilidad descansa en valores fuertemente asumidos junto con las correspondientes prácticas cotidianas como el valor a la verdad o el juego limpio. La noción de ser responsable debe inculcarse desde la más tierna infancia en la familia, las amistades, el sistema escolar”. (M.Palacios)

“Cuando los colombianos de hoy iban a la escuela, el manual de religión (apologética) del padre Rafael Farías explicaba que matar era pecado y violaba la ley civil, pero no pagar impuestos violaba la ley, pero no era pecado. Esto influye para que menos del uno por mil maten, pero casi todos acepten eludir un impuesto o apropiarse de algo público”. (J.O. Melo).

A estas importantes observaciones hay que añadir que el deterioro ético guarda una relación directa con la tolerancia de la gente de conductas antisociales cotidianas de sus conocidos (v.gr. seductores, amos de la fachada, irresponsables, manipuladores, explotadores, mentirosos, hipócritas, sin sentimientos ni conciencia moral, violadores sistemáticos de normas y derechos de los demás).

Quienes rodean al sociópata, se sienten incómodos en su presencia, pero no reconocen que el hecho de que estos parásitos, con su carita inocente, “nunca tengan la culpa de nada”, se debe justamente a su condición antisocial.

El identificar oportunamente las características de este grave trastorno de la personalidad sirve, en lo interpersonal, para defenderse de estos nefastos personajes a quienes habría que tener a prudente distancia. Y en lo social, evita que la tolerancia de las violaciones “menores” a la norma sirva de apoyo a la corrupción de mayor envergadura.

* Semana, Julio 9-16, 2017

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