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La difícil aceptación de los síntomas depresivos

Tristeza, angustia, desánimo, parálisis, preocupación desproporcionada, irritabilidad y pesimismo se van apoderando...

27 de julio de 2014 Por: Carlos E. Climent

Tristeza, angustia, desánimo, parálisis, preocupación desproporcionada, irritabilidad y pesimismo se van apoderando del individuo sin que nadie sospeche que se trata del comienzo de un cuadro depresivo. La atmósfera familiar se va tornando pesada y, al comienzo, nadie sabe con certeza lo que está pasando. Lo más probable es que ninguno de los factores externos sea el responsable de los síntomas, pero es a ellos a los que se le suelen achacar los síntomas: “Tanto trabajo me tiene extenuado/a” “Las deudas me abruman” “Tus comentarios...actitudes…comportamientos son los que me tienen así”.Todos los anteriores no son las causas de la depresión, sino los precipitantes o agravantes de una condición patológica subyacente. Si bien hay muchos factores de riesgo en depresión, hay que aceptar que quien tiene una carga genética o quien ha hecho cuadros previos tiene mayor posibilidad de sufrir una depresión. Y por tanto debe estar atento a los primeros síntomas para buscar ayuda y evitar un avance de la enfermedad. Una vez que se inicia un cuadro clínico depresivo la visión de la realidad se empieza a distorsionar y con ella llegan invariablemente la irracionalidad, la suspicacia, los celos injustificados y las decisiones impulsivas.Estar atento a la aparición de síntomas que anuncian un cuadro depresivo que viene en camino exige una actitud proactiva no una espera pasiva. Es necesario:*Reconocer la naturaleza depresiva innata.*Aceptar la historia de cuadros depresivos anteriores, similares al actual, que se mejoraron con el tratamiento recibido. Entendiendo que, así parezca increíble, el deprimido no lo recuerda.* Entender que la persona con tendencias depresivas, que ya ha iniciado un cuadro depresivo, se irrita cuando le recuerdan que tiene esa condición. Ella prefiere justificarlo, minimizarlo o asignarlo a la incomprensión de las personas más cercanas o a cualquier otra razón externa, antes de aceptar que es algo propio: “¿No entiendes que lo que me pasa es que estoy aburrido/a…saturado/a… y que lo que necesito es irme a una isla donde no tenga que ver a nadie?”. *Tampoco recuerda que estuvo perfectamente bien por meses o años y que ahora tiene un nuevo cuadro clínico que hace parte de la misma tendencia depresiva que, en el pasado, había sido muy eficientemente controlada. *Aceptar que lo indicado en estos casos es hablar con alguna persona cercana, que conozca su historia familiar y el caso particular, para hacer una intervención oportuna y evitar la prolongación del sufrimiento.* Darse cuenta que la resistencia a aceptar el diagnóstico o a reiniciar un tratamiento obedece a que el paciente considera la recaída como un fracaso, una vuelta atrás, una debilidad: “¿No puede ser. Otra vez yo en las mismas? ¿Es que nunca me voy a curar? * En suma, admitir que lo razonable no es el lamento dramático sino el aceptar el proceso patológico y buscar ayuda para corregirlo. Y si se trata de una recaída, lo indicado es acudir de nuevo a aquellos tratamientos que alguna vez sirvieron.

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