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La bipolaridad nacional

Colombia se debate entre sentirse como el país más feliz y ser el más triste del mundo.

19 de marzo de 2017 Por: Carlos E. Climent

Del sueño de que Colombia es el país más feliz nos despiertan las malas noticias todos los días. Un depravado rapta, viola y asesina a una niña de 7 años y deja en evidencia que las cifras de abuso sexual de menores de edad en Colombia supera a las de muchos países supuestamente más primitivos.

18.000 casos de menores violados son reportados cada año y nadie hace nada. Esto sin contar que el negocio de la prostitución infantil y la “Feria de las virginidades” (El Tiempo, Marzo 5 de 2017, pp10) siguen boyantes.

De la felicidad ingenua se pasa, sin solución de continuidad, al conocimiento de las evidencias diarias de una corrupción cínica que sigue arrasándolo todo. Los autores abarcan la totalidad del espectro del poder, desde los más encumbrados líderes sociales y políticos hasta los empleados de menor rango.

Unos medios de comunicación bipolares azuzan a los fanáticos del deporte a elevar al nivel de dioses a sus líderes deportivos cuando ganan un partido, para condenarlos la semana siguiente a lo más profundo del averno cuando lo pierden.

Un día el ciudadano amanece embelesado con el cuento de hadas de vivir en “el país más feliz del mundo” alentado por encuestas amañadas que engañan a más de un ingenuo, para acostarse el mismo día con la noticia de que la depresión en Colombia, con un 4.7%, supera el promedio mundial ( 4.4%, según datos recientes de la Organización Mundial de la Salud, OMS).

Esto sin contar que la depresión entre ancianos y niños oscila entre el 13 y el 19%.

Estas cifras no deberían sorprender a nadie pues la misma OMS hace 21 años publicó un informe en asocio con la Universidad de Harvard (‘The global burden of disease’, 1996), en el cual señalaba a la depresión como la enfermedad médica que mayor incapacidad producía: 50 millones de años se perdían anualmente en el mundo por la incapacidad generada por esta enfermedad (por encima de los accidentes). Y vaticinó entonces lo que hoy se ha confirmado, que el problema sería mucho mayor a medida que pasaran los años y que no se hiciera nada efectivo para cambiar esa realidad.

Una prioridad para atenuar la bipolaridad nacional es:

- Aceptar que Colombia a pesar de sus falencias, sus desgracias y una clase dirigente corrupta, tiene una fortaleza que le permite mantenerse erguida frente a la adversidad.

-Ser más vehemente en la lucha contra la ingenuidad de la población que se cree paraísos que no corresponden a la realidad.

Ahora, frente a las preocupantes cifras de depresión, es preciso informarse más ampliamente sobre un flagelo que ataca en silencio pues sus víctimas no se quejan.

También reclamarle al Estado que cumpla con sus obligaciones, pues sigue sin inmutarse frente a la indigencia de los presupuestos para salud mental.

Y denunciar y rechazar a los enemigos de oficio de la psiquiatría y de los psicofármacos, que siguen montados en sus campañas fanáticas para desacreditar la profesión, logrando muchas veces la pírrica victoria de alejar a los pocos pacientes que tienen acceso a servicios especializados.

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