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Que no nos crean tan....

El derrumbe de uno de los bloques del complejo urbanístico Space en...

25 de octubre de 2013 Por: Carlina Toledo Patterson

El derrumbe de uno de los bloques del complejo urbanístico Space en Medellín ha ocupado la atención en los medios en el último par de semanas y con toda la razón. Según dicen, era una tragedia más que anunciada y pocos le prestaron atención. Algunos dicen que los paisas se tapan las cosas y la ropa sucia la lavan en casa, y que este hecho los hizo caer en evidencia.Pues si por allá llueve, por aquí no escampa y también pareciera que desde la misma Administración Municipal, a través de Planeación se quisiera dar vía libre a lo que se constituye como un absoluto exabrupto: la construcción de la Ecociudad Navarro, que consta de más de 30 mil casas de interés social, centros educativos, hospitalarios y recreativos para beneficio de las personas de menos recursos de la ciudad. Suena bonito, ¿no? Cualquiera diría que qué visión a futuro la de los constructores porque le están apostando al mejoramiento en la calidad de vida de una población vulnerable en una ciudad que sufre por ello. Lindo. Pero...Navarro fue un basurero, y no cualquier basurero. Navarro es tristemente célebre por haber vivido más allá de su edad útil, por ser ejemplo de un pésimo manejo y como resultado, por tener unos efectos altamente adversos sobre el medioambiente y por ende en la salud pública de la zona aledaña. De hecho, el domingo en este diario el profesor Miguel Peña del Instituto Cinara de la Universidad del Valle decía que “es un coctel de contaminación. Allí en ese relleno no hay un material, ni dos. Hay una mezcla mortal que va desde residuos orgánicos hasta metales pesados” y según él, los efectos de vivir en un lugar así tarde o temprano se verían en la salud de la población. Y ojo, porque no son seis torrecitas como en Medellín, son 30 mil casas, es decir un promedio de 120 mil personas que estarían afectadas. Encima del problema de salud pública, está lo que todos sabemos de esta zona: los acuíferos subterráneos afectados por los lixiviados y la licuación de los suelos. En algún otro medio el fin de semana un ingeniero advertía sobre el peligro de construir en algunas zonas de Cali por la licuación de los suelos, pues en Navarro lo hay. Entonces, ¿cuál es el panorama? ¿Por qué se está hablando de un macroproyecto de esta envergadura en unos terrenos que a todas luces no son habitables? ¿Qué intereses hay de por medio? Evidentemente hay unos dueños de tierra y unos constructores. ¿El afán de lucro es tal que son capaces de mercadear esto como una Ecociudad? Pues si lo logran, seguramente será con la concupiscencia de Planeación y del Concejo a través del POT y todos sabemos eso cómo se ha logrado en el pasado y el por qué de la explosión indiscriminada de la construcción en ciertas zonas de la ciudad.Pero, ¿Ecociudad? No nos crean tan bobos. Eso de ECO no tendría nada y mercadear una bomba de tiempo de esa manera es caer en uno de los peores pecados actuales en mercadeo: el greenwashing. Vender un producto como verde con falsas premisas es algo que tarde o temprano se devuelve y termina acabando o minando la reputación de la empresa, cosa que difícilmente se reconstruye. Antonio de Roux en su columna esta semana también exigía más acción de la Secretaría de Gobierno para “evitar que la parsimonia y el excesivo formalismo favorezca la edificación en terrenos deleznables...”. De manera que ojalá todos los mencionados abran más el ojo, esto también es escándalo y tragedia anunciada.