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Proyecto suicida

En una entrevista reciente, Otto Morales Benítez afirmó que no se puede...

15 de octubre de 2010 Por: Carlina Toledo Patterson

En una entrevista reciente, Otto Morales Benítez afirmó que no se puede ser un buen político si no se tiene cultura. Después de ahondar un poco en el tema con el octogenario jurista, académico y prolífico escritor, fue evidente que no sólo se refería al hecho de tener vastos conocimientos sobre un sinfín de temas, sino a la buena educación, a eso que en el Manual de Urbanidad y Buenas Maneras de Carreño se define como “el conjunto de reglas que tenemos que observar para comunicar dignidad, decoro y elegancia a nuestras acciones y palabras”.Claramente en el ámbito político prevalece el vacío de ambas cosas: conocimiento y buenas maneras y eso es en extremo preocupante; pero que lo mismo suceda en el periodismo es francamente alarmante, porque es a partir de la información que se suministra en las páginas impresas de periódicos y revistas, desde las ondas radiales y las imágenes de televisión, que se crea cultura y, por qué no decirlo, se forjan identidades de grupo. Bastan sólo minutos de contacto con un medio de comunicación para encontrar algunos ejemplos contundentes de irrespeto por el lenguaje y por los congéneres, los cuales inevitablemente hacen torcernos del dolor a quienes todavía creemos en la majestad de esta profesión. Como decía Ryszard Kapuscinski, el verdadero periodismo debe ser intencional, “se fija un objetivo e intenta provocar algún tipo de cambio”, y los cambios son para mejorar, no para empeorar o hacer daño. De ahí que es tan difícil comprender que haya quienes desde las teclas de su computador o con micrófono en mano, acaben con el buen nombre o años de trabajo honesto de seres humanos iguales que ellos, usando argumentos producto de la desinformación, la falta de investigación y agregando además palabras soeces, denigrantes, e indecorosas.Esta es una profesión que no permite cerrar las puertas y apagar las luces en un horario establecido, porque el input de información es permanente y hay que estar conectado procesándola. Además, como es un trabajo de la gente y para la gente, exige de unas cualidades humanas distintas, unas cualidades que permitan construir puentes de confianza y por ende, crear una empatía muy particular. Sin las anteriores condiciones -inherentes al oficio del verdadero periodista- difícilmente se logra el respeto necesario para guiar a un grupo humano hacia el cambio. Tristemente parecieran ser dos condiciones que se están perdiendo poco a poco en el afán de algunos por ganar adeptos para sus diversas causas, o de otros simplemente por vender más.El martes recibió María Elvira Samper el Premio Simón Bolívar por su vida y obra como periodista. El discurso de aceptación del galardón es una pieza de verdadero periodismo: historia, investigación, anécdotas y elegancia, aún al referirse a las desafortunadas circunstancias que rodearon su salida de la revista Cambio y la muerte paralela del mismo medio. Álvaro Castaño Castillo por su parte, al ser entrevistado recientemente por los 60 años de fundación de la emisora cultural HJCK, afirmaba que su proyecto fue suicida. Él creyó en la labor pedagógica que se podía hacer desde la radio comercial en Colombia y se propuso hacerlo “de una manera decente”.Lograr la calidad en el contenido y la grandeza en la forma no puede, ni debe ser, un proyecto suicida para un periodista, debe ser la esencia de su labor y sin ellas, claramente no merece llamarse así.