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El salto al futuro

Es innegable para cualquier observador que la recién lanzada candidatura de Rodrigo...

8 de julio de 2011 Por: Carlina Toledo Patterson

Es innegable para cualquier observador que la recién lanzada candidatura de Rodrigo Guerrero a la Alcaldía de Cali imprime una dinámica distinta a las múltiples y variopintas campañas en la ciudad. Siendo un peso pesado en la política de la región, con una historia tanto en lo público como en lo privado de proponer y ejecutar, claramente moverá el piso de los otros candidatos y jalonará a que ahora sí comiencen a hablar de lo verdaderamente relevante: programas de gobierno. En honor a la verdad el único que hasta el momento lo ha estado haciendo es Milton Castrillón del Partido Conservador, pero el pliego de cargos de la Procuraduría es en extremo delicado y el impulso positivo que llevaba su campaña se ha visto diezmado.Sin embargo, y evidentemente sin pretender minimizar la importancia de programas para implementar durante el cuatrenio 2011-2015, es fundamental mirar un poco más allá y hacer una reflexión elemental. La candidatura Rodrigo Guerrero se dio por la presión de algunos sectores quienes pensaron que a sus 73 años y con la trayectoria que tiene, era el único personaje viable como Alcalde porque entre la baraja de candidatos más jóvenes no hay uno que deslumbre por sus capacidades y liderazgo, ¿será que dentro de cuatro años tendremos que recurrir a otro como él porque no fuimos capaces de dar apertura a la nueva generación que está allí, pero que por falta de oportunidades no ha podido darse a conocer públicamente?En Bogotá, por ejemplo, la coyuntura política no ha estado salpicada de dineros mafiosos, vínculos con paramilitares y sus consecuentes juegos sucios, como sí ha sucedido en Cali y el Valle. Gracias a ello, a que han tenido el padrinazgo económico de partidos y empresarios, y a que han sido impulsados por figuras reconocidas, surgieron jóvenes brillantes como David Luna, Gina Parody y Carlos Fernando Galán, hoy candidatos a la Alcaldía de Bogotá y de quienes tengo la plena certeza que de ser elegidos, lo harían bien. Ellos en su momento tuvieron la oportunidad de participar en política y he ahí el resultado.En Cali existe un nutrido grupo de jóvenes interesados en el quehacer político, amantes de su ciudad y la región, preparados en lo académico y prestos a salir a trabajar para empujar el desarrollo y el bienestar común. Provienen de distintos sectores sociales y representan una variedad de ideologías. Curiosamente a diferencia de los mayores, ellos sí creen en la importancia de los partidos políticos y algunos orgullosamente militan en ellos. Pero, ¿por qué no salen y arrancan a trabajar? Uno de ellos me escribió lo siguiente: “Pueda que tengamos las ideas, la formación, las buenas intenciones y hasta el valor para lanzarnos a la política, pero sin dinero para la campaña, para los gastos personales -las obligaciones que todo ser humano tiene- la administración pública seguirá manejada por politiqueros corruptos”.Indudablemente un compromiso sine qua non que tienen los candidatos que quieran ser verdaderamente responsables con Cali y el Valle es visibilizar este dilema de los jóvenes, abrirles los espacios para que comiencen a participar y además presionar a los sectores empresarial e industrial para que vuelvan a creer en la política y en el salto al futuro que daríamos si apoyan a la gente buena. Claramente estos últimos tienen las responsabilidad moral de hacerlo, porque son corresponsables de haber permitido que subiera al poder el aquelarre de los últimos años.