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El desmadre

Supe después que en ese accidente de la Autopista con 66 que me tocó ver en camino al aeropuerto el lunes, hubo más de una víctima. Y exceso de velocidad. Y presuntamente alcohol. También menores de edad.

6 de junio de 2019 Por: Carlina Toledo Patterson

Sí da mucha impresión irse acercando al lugar donde ha sucedido un accidente de tránsito y ver luces de ambulancia por todos los costados, cintas amarillas y negras cerrando el paso, amasijos de latas que hasta hace pocos minutos fueron un carro y que aún a las 4 de la mañana haya una multitud de personas mirando hacia donde uno ya se ha dado cuenta que yace un muerto.

Supe después que en ese accidente de la Autopista con 66 que me tocó ver en camino al aeropuerto el lunes, hubo más de una víctima. Y exceso de velocidad. Y presuntamente alcohol. También menores de edad. Debo decir que no me impactaba tanto un accidente hace mucho tiempo, y son muchos los que veo a diario en el trayecto de la casa al trabajo.

No sé si fue a raíz de lo sucedido ese día o si fue por pura coincidencia, pero este periódico publicó en la página B1 del martes un informe que se llama Los siete pecados capitales de los conductores caleños. Obviamente lo leí porque además siento que de unos meses para acá el tránsito en Cali se desmadró y estamos tocando fondo.

Según comienza el escrito, en Cali se están imponiendo en promedio 30 mil sanciones mensuales a quienes infringen las normas de tránsito. Entre principios de enero y finales de abril el incremento ha sido de 19,4% con respecto al mismo periodo del año anterior y del 44,8% con respecto a 2017.

Resulta que en Cali las personas se vuelan los semáforos y los pares; transitan por sitios restringidos lo cual quiere decir que no cumplen con pico y placa, que los vehículos de carga entran a la ciudad cuando no es permitido y que se violan los carriles de MÍO y bicicletas; exceden los límites de velocidad; no tienen revisión técnico mecánica (que garantiza buen estado del vehículo para circular con seguridad); las motos no cumplen normas; se conduce sin licencia y se maneja sin tener seguros de ley.

Es decir que la gente se pasa por la galleta las normas, aun sabiendo que las multas son de entre $414.045 y $828.116 pesos. Me pregunto si con el aumento de comparendos también ha aumentado el recaudo del Municipio por ese concepto. O si además de pasarse por la faja las normas, la gente tampoco está pagando.

Leo los comentarios del señor secretario de Movilidad, William Camargo a cada uno de los ‘siete pecados capitales’ y concluyo que a demasiados caleños les vale tres pepinos la ley, su vida y la vida de los demás. En otras palabras, hay una falta de conciencia de la responsabilidad que implica circular en un vehículo y el efecto que sus infracciones pueden tener en la comunidad.

Claramente la tecnología está funcionando porque las cámaras están haciendo aquello para lo cual fueron compradas. Hay leyes, hay normas y la tecnología detecta a quienes no las cumplen. Lo que es evidente es que no hay cultura ciudadana y mucho menos un sentido de comunidad y eso no es falla tecnológica, pero sí humana y de marca mayor.

Y aquí es donde vuelvo a lo que afirmé en el tercer párrafo de esta columna: el tema se desmadró y de unos meses para acá se siente como un factor crítico. También siento que no hay quién ponga la cara por esto, que no hay quién se conduela por esos muchachos que murieron el lunes y por los muchos muertos que los accidentes están poniendo. Pienso que esto no es tema de un Secretario, para mí esto es tema de Alcalde. Ese ser humano a quien eligieron para que liderara y llevara la batuta y que cuando toque decir ¡no más!, lo haga.

Así que por ponerle a esto el género que es, vivimos un verdadero despadre.

Sigue en Twitter @CarlinaToledoP