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Otra estética

La arquitectura para que sea sostenible debe considerar su sitio geográfico: latitud...

10 de febrero de 2017 Por: Benjamin Barney Caldas

La arquitectura para que sea sostenible debe considerar su sitio geográfico: latitud y altura sobre el mar, y humedad, nubosidad, viento, vegetación y topografía. Y las circunstancias históricas del lugar para que sea contextual. Su correspondencia con el paisaje natural en el que se encuentra y con los espacios urbanos preexistentes. Los paramentos, alturas y composición de las fachadas de los edificios que conforman las calles y su relación con los monumentos que pueda haber. Datos tan precisos como los geográficos, que facilitan lo sostenible mejorando los aciertos y minimizando los errores o falencias del patrimonio construido.Así lo hicieron muchos destacados arquitectos como Fernando Távora, Álvaro Siza y Eduardo Soto de Moura en Oporto, Luis Barragán y Carlos Mijares en México, Carlos Raúl Villanueva en Caracas, Juvenal Baraco en Lima, Oscar Niemeyer en Río de Janeiro, Villanova Artigas en Sao Paulo, Rogelio Salmona y Rueda, Gómez y Morales en Bogotá, o Sir Geoffrey Bawa en Sri Lanka. Todos consideraron la arquitectura vernácula de sus lugares de trabajo. Concretamente su relación con sus características geográficas e históricas. Las incorporaron de diferentes maneras a su propia interpretación de lo moderno, alcanzando una auténtica pos modernidad.En nuestro caso deberíamos estudiar las casas de hacienda y urbanas coloniales. No para copiarlas sino para reinterpretarlas y emular sus gratos ambientes e indudable belleza. Su emplazamiento, función, construcción y belleza suelen formar un todo admirable a pesar de su austeridad, rayana en la pobreza, o quizá justamente por ella. Y conocer sus modelos ibéricos que se adaptaron a la geografía e historia locales, y sobre todo analizar los tipos y patrones que aquellos generaron. Es su arquitectura sin arquitectos y no sus imágenes lo que nos debe interesar. Pero no la vemos cegados por los vidrios y aluminio de nuestra dependencia cultural.Sólo partiendo de la experiencia de lo ya construido se puede llegar a conformar un nuevo canon con patrones pertinentes a nuestras características geográficas y circunstancias históricas. Los nuevos edificios deben sumarse a los del pasado, aún presentes en las ciudades, las que estaremos diseñando al mismo tiempo que ellos, al considerar que su belleza colectiva es más importante que la individual de cada uno, pues no se suman simplemente a sus contextos sino que interactúan con ellos. Lo importante es el coro y no apenas los cantantes, los que nunca deben tratar de opacar a los solistas sino crear la base sobre la que estos sobresalen.Así encontraremos nuevas formas al resolver problemas arquitectónicos actuales y distinguir entre los monumentos y su entorno. Lo sostenible y contextual permitirá una nueva estética en nuestro trópico andino, efectiva e identificable pues los lugares, como sus habitantes, aunque se parezcan nunca se repiten. La originalidad de nuestros proyectos sería apropiada y pertinente y no trivial y de moda. Como se ha dicho, es volver al origen, y por supuesto no lo es imitar las imágenes de arquitecturas foráneas que nos quieren vender las revistas ídem, financiadas por los productores de materiales de construcción que aquí no usamos o no deberíamos usar.

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