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Ni polis ni políticos

a muchos más les resbala que la Unesco considere como patrimonio cultural aquellas obras de arquitectura que tengan un valor universal excepcional desde el punto de vista de la historia, del arte o de la ciencia (Convención sobre la protección del patrimonio mundial, cultural y natural, 1972) como sin duda lo es el caso de San Felipe.

25 de octubre de 2017 Por: Benjamin Barney Caldas

“La palabra político significaba, originalmente, ciudadano, mientras que hoy, merced a nuestra perversidad, viene a significar embaucador de los ciudadanos. Habría que devolverle su auténtica significación”. Lo decía Voltaire en 1739 (Citado por Roberto R. Aramayo, Voltaire / La ironía contra el fanatismo, 2015, p. 89). Es el caso, hoy, casi tres siglos después, de Cartagena, y otras ciudades en Colombia y el mundo. En ‘la Heroica’ están en construcción cuatro torres de 30 pisos dizque para vivienda social que van a tapar el Castillo de San Felipe de Barajas, poniendo en riesgo la condición de Patrimonio de la Humanidad de la ciudad (Las2orillas 12/10/2017), declarada como tal por la Unesco en 1984, y cuyo centro histórico, la «Ciudad Amurallada», fue declarado Patrimonio Nacional de Colombia en 1959.

No solo son ‘sólo’ dos pisos de más del máximo de seis que debería tener según el POT y la reglamentación de Conservación de Patrimonio del Ministerio de Cultura para las áreas circundantes a dicho bien patrimonial, sino nada menos que 24, equivalentes a cuatro edificios como el permitido. Y lo que falta oír es su justificación, con el mismo descaro de los que dicen que aumentan al doble la altura de los pisos para satisfacer las exigencias de los clientes y nuevos usos no autorizados, y alegando que su aporte a la economía a la ciudad no está en el Castillo, sino apenas cerca del mismo, y que además no lo tapa, visto desde el Centro Histórico, el que por lo contrario tendrá como fondo su colorida creación.

Como informa el artículo de Las2orillas, los tres jóvenes emprendedores de semejante despropósito lograron la licencia de construcción en la oficina de Planeación de la ciudad, precisamente investigada por ser un foco de corrupción en donde se tramitan permisos por dinero o por presiones de los constructores a través de políticos corruptos, como fue el caso del edificio Blas de Lezo que se vino abajo por no cumplir con las especificaciones estructurales obligatorias, ocasionando la muerte de 21 personas, y del que, como suele pasar aquí, no se informó nada más.

El permiso para las cuatro torres, que sus autores tiernamente bautizaron Aquarela, en el popular barrio cartagenero de Torices -el que por supuesto también sería afectado- fue gestionado en 2012 durante la efímera Alcaldía de Campo Elías Terán, pero ninguno de sus sucesores hizo algo, embaucadores de ciudadanos que fueron, y sólo hasta ahora el Ministerio de Cultura y la Procuraduría intentan atajar unas moles solo equiparables en tamaño a la vergüenza que serían para el país; en verdad, solo para parte del país, pues no son pocos los que aún creen que eso es progreso, aunque bastaría con mirar las fotos de la obra en o en Semana 22/10/2017.

Y a muchos más les resbala que la Unesco considere como patrimonio cultural aquellas obras de arquitectura que tengan un valor universal excepcional desde el punto de vista de la historia, del arte o de la ciencia (Convención sobre la protección del patrimonio mundial, cultural y natural, 1972) como sin duda lo es el caso de San Felipe. Según lo define la Fundación Ilam, con sede en Costa Rica, ”El Patrimonio Construido, está integrado por el conjunto de los bienes culturales inmuebles que son expresión o testimonio de la creación humana, y se les ha concedido un valor excepcional arquitectónico, histórico, religioso, científico y/o técnico”; y político, habría que agregar.

Sigue en Twitter @BarneyCaldas

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