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Las lágrimas de Isis

Herodoto afirmaba que: «Egipto es un don del Nilo» y este impregnó todos los aspectos de la vida, incluida la mitología

12 de agosto de 2020 Por: Benjamin Barney Caldas

Esta novela de 2019 de Antonio Cabanas, aviador y estudioso de Egipto, que mejor llamar libro (incluye muchas notas, una larga al final del autor, terminología y extensa bibliografía), es muy interesante independientemente de su valor literario. Como sus siete novelas anteriores sobre el tema, discurre en el Egipto de la antigüedad y además de las historias de amor entre Hatshepsut y Senenmut (cierta) y la de Ibu y Neferheru (ficticia) que atrapan al lector a lo largo de 788 páginas, está la trama que las sustenta en la relación del poder con la religión, la arquitectura y las tradiciones, en la que la geografía determina el inicio de la historia occidental hace más de 50 siglos y hasta hoy.

En el Antiguo Egipto la religión era un complejo sistema de creencias que formaban parte integral de la sociedad, y se centraba en la interacción de muchas deidades que los egipcios creían que controlaban las fuerzas y elementos de la naturaleza. Hapuseneb, sumo sacerdote de Amón y visir, ostentando así el máximo poder judicial, administrativo y religioso de las Dos Tierras (Antiguo Egipto) sería en el largo reinado de Hatshepsut, entre 16 y 22 años, un personaje clave muy vinculado en la antigua Tebas, al lado del Nilo, al enorme templo de Karnak, ‘ciudad fortificada’, Ipet sut, ‘el lugar más venerado’, y el centro religioso egipcio más influyente, el queincluía un gran lago sagrado.

Como muestra Deyan Sudjic en La arquitectura del poder, 2005, siempre ha sido así, y el templo funerario de Hastshepsut, llamado Dyeser-Dyeseru (el sublime de los sublimes), levantado por ella en honor a Amon-Ra, el dios del Sol, y para beneficio de Hapuseneb, es el edificio principal del complejo funerario de Deir el-Bahari, concebido por Senenmut, incluyendo dos largas rampas inspiradas en los zigurats de la antigua Mesopotamia, y cuya construcción confirmó el poder conjunto de la reina/faraón, su administrador, arquitecto, consejero y amante, junto con su principal sacerdote, representados del mismo tamaño; es el más monumental del valle y único en su género en Egipto.

En el Antiguo Egipto, en donde las imágenes siempre sonríen, las costumbres, las rutinas diarias, las ciudades, los oficios y la economía se derivaban de la agricultura, sus necesidades y sus beneficios, incluyendo los impuestos, las mascotas, el vino y la cerveza, el maquillaje, el divorcio, los banquetes, las fiestas, el culto a la belleza, la prostitución y hasta las modas. En este sentido el libro de Cabanas alimenta una historia basada principalmente en la arqueología, con descripciones que suscitan interrogantes, sugieren respuestas y permiten imágenes complementarias considerando que el homo sapiens, ahora más alto y longevo, sólo ha evolucionado culturalmente en una misma civilización.

Herodoto afirmaba que: «Egipto es un don del Nilo» y este impregnó todos los aspectos de la vida, incluida la mitología, y sus inundaciones anuales les llevó a crear un sistema de regadío que trajo una economía de almacenamiento que favoreció la agricultura y la ganadería y en últimas un mejor aprovechamiento de los recursos; una significativa ventaja sobre sus vecinos y opositores, liberándoles tiempo y recursos para el desarrollo cultural, social, económico, tecnológico y artístico.
Todo un ejemplo inicial del estrecho vínculo de la historia con la geografía, como lo ha dejado en claro Fernand Braudel en El Mediterráneo y el mundo Mediterráneo en la época de Felipe II, 1949.

Sigue en Twitter @BarneyCaldas

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