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¿Cuento chino?

Que no quieran entender que la Terminal Sur tiene que estar al sur de la ciudad, como su nombre indica, por ejemplo en donde se une la carretera a Puerto Tejada con la de Jamundí, y que para que esa terminal no puede estar dentro de la ciudad, solamente se puede entender por la combinación fatal de presiones con ignorancia.

13 de septiembre de 2017 Por: Benjamin Barney Caldas

Que no quieran entender que la Terminal Sur tiene que estar al sur de la ciudad, como su nombre indica, por ejemplo en donde se une la carretera a Puerto Tejada con la de Jamundí, y que para que esa terminal no puede estar dentro de la ciudad, solamente se puede entender por la combinación fatal de presiones con ignorancia. O no entender que para que sea un verdadero sistema integrado de transporte público, Sitp, desde el masivo al peatonal, hay que prever su conexión con un tren ligero, que desde luego sería para el transporte de pasajeros y no de carga, como se ha dicho dejando en oscuro el (des) conocimiento de la movilidad ‘en’ una ciudad, de la que aún se escucha que es la ‘de’ la ciudad como si se tratara del terremoto de hace ocho días en México. O que no se entienda que hay que verificar que no se vayan a encontrar restos arqueológicos y sobre todo, que hay que proteger ese humedal del río Lili sobre el que pretenden acuatizarla.

“Los humedales son un elemento vital dentro del amplio mosaico de ecosistemas con que cuenta el país y se constituyen, por su oferta de bienes y prestación de servicios ambientales, en un renglón importante de la economía nacional, regional y local. Dentro del ciclo hidrológico juegan un rol crítico en el mantenimiento de la calidad ambiental y regulación hídrica de las cuencas hidrográficas, estuarios y las aguas costeras, desarrollando, entre otras, funciones de mitigación de impactos por inundaciones, absorción de contaminantes, retención de sedimentos, recarga de acuíferos y proveyendo hábitats para animales y plantas, incluyendo un numero representativo de especies amenazadas y en vías de extinción” (Política Nacional para Humedales Interiores de Colombia, Ministerio del Medio Ambiente, 2002).

Colombia forma parte de la Convención de Ramsar sobre los Humedales de Importancia Internacional, un tratado intergubernamental para la acción nacional y la cooperación mundial de la conservación y el uso racional de los humedales y sus recursos. Y adoptó el Plan Estratégico de Ramsar 2016-2021, como base para la implementación de la Convención en los próximos años, y como si fuera poco es representante de la región de América Latina y el Caribe en el Comité Permanente de Ramsar. Pero lo único que falta en Cali es que para solucionar todo este atolladero del ya maltratado humedal del río Lili se rebautice la Terminal Sur como Terminal Ramsar, como ya se hizo con la otra terminal del MíO, como no, llamada Calima cuando era apenas una terminal de cabecera.

El caso es que no se trata de cuatro pelagatos a los que les dio por protestar en contra del progreso de la ciudad. “Progreso” que es justamente el causante de ese otro cuento chino del cambio climático, como lo llaman los que creen que el Irma es solamente una tía muy ventosa y que Katia y José deben ser sus primos y, con ojos únicamente para el pan y el circo, no se enteran de los estragos que juntos están causando en el Caribe con sus vientos de casi 300 Km/h, siendo el huracán mas fuerte y costoso de la historia. El caso es que el humedal El Cortijo del río Lili es un serio asunto que concierne a todos, y de ahí que sea imperativo que se entienda la relación que tienen Irma y el del Cortijo, y que la única verdad es la realidad, como dijo Aristóteles, esa que como tantas otras aquí muchos prefieren no mirar y dirán que si ya está tan destruido por los diques que han hecho que mas da rematarlo.

Sigue en Twitter @BarneyCaldas

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