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Arquitectas VII

Aparte de pioneras como la francesa Katherine Briçonnet (1494-1526) o Lady Elizabeth...

6 de octubre de 2016 Por: Benjamin Barney Caldas

Aparte de pioneras como la francesa Katherine Briçonnet (1494-1526) o Lady Elizabeth Wilbraham (1632-1705), antes del siglo XX son pocas las arquitectas. Julia Morgan (San Francisco 1872-1957) fue la primera norteamericana en graduarse, 1902, y la primera y única mujer con la Medalla de Oro del AIA, otorgada póstumamente en 2014. En 127 años de existencia van 126 medallas para hombres y una para las mujeres, pero ya dos han sido sus presidentes. Y hasta el 2000 existió paralelamente el AIAW para las mujeres cuya propia medalla de oro llevó el nombre de Julia Morgan.Como también cuenta Germán Téllez, ante la misoginia hostil que encontró en las universidades americanas se fue a estudiar arquitectura en la escuela de Beaux-Arts en París. Se suponía que la arquitectura era una profesión de hombres y la única Facultad que la aceptó fue la de Columbia. Aunque esta era la más liberada de las ‘nuevas’ escuelas, le exigieron ir a clase vestida de hombre y costear, lejos de la facultad, un baño para ella sola; no aceptó y se fue.Arquitecta del célebre William Randolph Hearst, magnate de la prensa americana de derecha a finales del siglo XIX y patrocinador y financiador de la guerra contra los españoles en Cuba de Teodoro Roosevelt, Hearts prácticamente la adoptó para contrariar la misoginia hostil de los colegas de ella, dice Téllez, y le dio el encargo interminable de diseñar y ampliar y remodelar una y otra vez su palacete en las montañas vecinas a San Simeón en California, del que Téllez piensa con razón que es un “pesado pastel ecléctico”.Muy poco se sabía de ella, excepto su trabajo en San Simeón, pese a que diseñó más de 700 edificios, y que al menos un tercio fueron encargo de organizaciones de mujeres y feministas, y muchos se pueden ver en ‘Julia Morgan/Architect / Revised and updated’, 1995, de Sara Holmes Routelle, publicado por primera vez en 1988, quien estuvo en Colombia por esos años, recuerda Téllez, y que le interesó mucho el teatro Heredia de Cartagena y el Colón de Bogotá, y que vio las Torres del parque pero que no era admiradora de Salmona y sí estudiosa del eclecticismo latinoamericano.La más reciente revaluación crítica de su obra le da a algunas de sus casas californianas el acertado calificativo de ‘Beaux Arts artesanal’, pues en su obra, de las más extensas de la historia, su arquitectura siempre fue ecléctica, combinando elementos de diversos estilos, ideas o posibilidades.Su importancia estriba en que no era hombre, recuerda Téllez que decía Rafael Gutiérrez, recordado arquitecto y profesor de la Universidad de los Andes. Mas no puede haber una arquitectura por sexos y por tanto tampoco diferencias en su proyectación. A diferencia de pintoras, escritoras, bailarinas y músicas, no se sabe mucho del trabajo de las mujeres en la arquitectura y la razón puede ser que estaba muy vinculada a la construcción, una labor de hombres como ya se ha dicho.Estos en general son más altos, se orientan mejor y cuentan con una superior percepción espacial con todos sus sentidos (cazadores) pero las mujeres son más sensibles a los colores y por tanto a lo visual. En conclusión, igual que a los estudiantes de música se les evalúa su ‘oído’ a los de arquitectura hay que hacerlo con su ‘ojo’ y evitar diferencias inconvenientes. El caso es que inicios del siglo XXI el 40% de los graduados en arquitectura en Occidente son mujeres, mas no más del 12 % la practican (Construir TV, sf). Mas tampoco los hombres.Sigue en Twitter @BarneyCaldas

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