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Hidroituango

El cierre de la primera compuerta de la sala de máquinas de Hidroituango ha tenido crispado al país, a la dirigencia antioqueña, a la ingeniería colombiana y a Puerto Valdivia.

17 de enero de 2019 Por: Beatriz López

El cierre de la primera compuerta de la sala de máquinas de Hidroituango ha tenido crispado al país, a la dirigencia antioqueña, a la ingeniería colombiana y a Puerto Valdivia. Esto sucede por la corrupción, la desidia de los constructores y la prepotencia paisa.

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Hemos seguido paso a paso la tragedia de mayo del 2018, cuando el río Cauca se salió de madre y arrasó parte de ese monstruo de cemento que es Hidroituango. Innumerables familias quedaron sin casa, sin tierra, sin transporte y hacinadas en precarios campamentos.

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Unido al irresponsable manejo mediático inicial de las autoridades antioqueñas, queriendo tapar el sol con las manos, se añadió la pugna entre el Gobernador y el Alcalde de Medellín, y las voces de alarma de los ambientalistas ante tal catástrofe.

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Cuando todo estaba más o menos controlado, vino la aparición de una caverna cerca a la sala de máquinas, producto de la fuerte presión del río; entonces se movilizaron todas las fuerzas vivas del país y renació el temor de un posible suceso apocalíptico que arrasaría con el gigante de cemento y las comunidades que habitan en la ribera del gran río Cauca.

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A finales de diciembre entrevisté para este diario a Juan Armando Sinisterra, el gran profesional que se quitó el saco y la corbata y se fue a estudiar, al lado de los campesinos colombianos, el deterioro ambiental del país a través de la reparación de numerosos derrumbes, ‘cociendo’ laderas y taludes, mediante estructuras biomecánicas y siembra de vegetación protectora (ver la entrevista en la página A3 de la edición impresa del 27 de diciembre de 2018).

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Cuando le pregunté a Juan sobre Hidroituango, su respuesta fue categórica: hay que desmantelarlo. “El Cauca nace en el macizo colombiano y atraviesa ocho departamentos, pero por muy técnicos que sean nuestros ingenieros, lo de Hidroituango es un atropello ambiental. Una hidroeléctrica en condiciones desmesuradas para obtener excedentes de energías y venderlos a otras regiones e incluso a otros países, deteriora en grado sumo al medio ambiente,” señaló.

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PD1: La entrevista en Blu Radio a la novia de Gustavo Rugeles, me pareció fuera de contexto. Estamos sobrepasando los límites del respeto a la intimidad, en pro de la defensa de la violencia contra la mujer.
Más de media hora estuvo Marcela González sometida a un interrogatorio similar al de una estación de Policía. Cómo preguntarle si después de la tercera agresión no temía que su pareja la matara. Es extremamente invasivo y morboso este mal llamado periodismo de vanguardia.

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PD2:
El 31 de diciembre murió Diana Daccach, alguien muy cercana a mis afectos. Un abrazo, para su hijo y sus hermanos, especialmente para Samir Daccach y su esposa.