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¡Voto en blanco!

Voto en blanco porque no comparto ni las políticas del Centro Democrático, que a mi modo de ver no es de centro ni es democrático, sino que está conformado por una colcha de retazos incoherentes que se han amalgamado en una masa deforme.

4 de junio de 2018 Por: Aura Lucía Mera

Voto en blanco porque no comparto ni las políticas del Centro Democrático, que a mi modo de ver no es de centro ni es democrático, sino que está conformado por una colcha de retazos incoherentes que se han amalgamado en una masa deforme.

Están los uribistas en pleno. Álvaro Uribe es el caudillo que quiere ser eterno. Están unos llamados cristianos patrocinados por Viviane Morales que se volvió más papista que el Papa y al son que le tocan baila.
Está el exprocurador pirómano cuyo mayor deleite es quemar libros, hablar en nombre de Dios y pontificar desde lo más profundo de su caverna ideológica. Está Popeye del cual sobra comentario alguno.

Está Gaviria y los lentejos liberales que volvieron trizas el Partido Liberal y encarnan la mayor vergüenza política actual. Están conservadores que quieren un ‘puestico’ a toda costa aunque sea ‘la puntita no más’, para no desaparecer del todo. Están los terratenientes y los que tienen pavor de que ‘la izquierda y el castrochavismo’ los degüelle y les quite sus pertenencias. Están los mal llamados analistas políticos en su mayoría sinuosos y que se van acomodando a como toque la orquesta.

Acepto que me alegra también que ese centro tenga gente con ideas nuevas, sin contaminar, y que pueden ayudar muchísimo al país con sus aportes. Me gusta que su líder sea joven. Personalmente, si el ganador es Duque le deseo la mejor de las suertes, pero no creo que sea capaz de liberarse de todas las ataduras que lo tienen encorsetado y atrapado. Difícil que se pueda liberar y afirmar, como decía Kavafis, “No estaba atado. Me solté del todo y anduve hacia adelante.”

De Gustavo Petro reconozco que ha sido uno de los mejores senadores que hemos tenido, y que destapó cantidades de ollas podridas. Colombia le debe gratitud eterna. No creo en él como administrador. Su prepotencia y egocentrismo le impiden objetividad. No en vano en la Alcaldía sus más cercanos colaboradores y amigos le renunciaron y salieron despavoridos.

Por eso no me explico ahora el apoyo de Navarro Wolf y de Clara López. Los imaginaba más íntegros y coherentes con su forma de pensar y sus convicciones. Admiro a Robledo, de pensamiento vertical y consecuente. Me considero amiga de Hollman Morris y su desempeño como director de Canal Capital le dio sopa y seco a todas las demás programadoras. Lo considero inteligente, honesto, creativo. Ojalá esta amistad perdure y no la termine la política.

Creo en el voto en blanco. Creo que es una manera digna y válida de manifestar democráticamente que no se está de acuerdo con ningún candidato y no se siente afinidad con ninguna opción. Este voto dará oportunidad, dará fuerza, y creo que es como una postura de vigilancia no partidista ni politiquera al sistema democrático, a que se respeten las instituciones, a apoyar los acuerdos de paz y a moderar rencores y venganzas de la actual polarización.

Recomiendo ‘La historia mínima’ de Jorge Orlando Melo “La historia de un país que ha oscilado entre la guerra y la paz, la pobreza y el bienestar, el autoritarismo y la democracia”.

Estamos a punto de retroceder doscientos años. ¿Jamás aprenderemos a mirar hacia adelante? Qué tristeza. La noria eterna.

P.D. Transcribo las palabras de Humberto de La Calle en su magnífico artículo de El Tiempo de ayer “Más allá del resultado electoral, el camino es la organización de la sociedad para evitar que se nos queme la paz en la puerta del horno”.

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